Me cuesta trabajo entender las razones que llevan a un diario que se suponía era serio, como El Economista, a mentir tan burdamente.
Primero desplomó con falsedades metodológicas la aprobación de Andrés Manuel López Obrador. El encuestador de ese periódico, Roy Campos, siempre un tipo intelectualmente deshonesto, ha manipulado estadísticas para tratar de convencer a la opinión pública de que la gente rechaza los proyectos y programas del presidente de México.
Ya los desmintieron los estudiosos serios (Parametría, de Francisco Abundis; Reforma, cuya encuestadora es Lorena Becerra, y El Financiero, que tiene como encuestador al prestigiado Alejandro Moreno). A pesar de ello, no se han disculpado ni Roy Campos ni el director editorial de El Economista, Luis Miguel González, ni el dueño del diario, Jorge Nacer. Una pena lo que hacen, seguramente buscando que el gobierno federal vuelva a darles los recursos que recibían en el pasado reciente.
Ahora, El Economista ha vuelto a la carga difundiendo un ridículo análisis de redes sociales: “La reputación digital de López Obrador es más baja que la de 25 gobernadores”.
Por cierto, la de peor “reputación digital” es la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
¿Ustedes le creen al Reputation Digital Institute? Yo tampoco.
Antes de continuar, hagamos la pregunta de los 64 mil pesos: ¿de qué partido son los gobernadores de mayor reputación digital? Adivinaron: del PRI, partido que todo lo compra. No tengo nada en contra de Claudia Pavlovich, de Sonora; Miguel Ángel Riquelme, de Coahuila, y Carlos Miguel Aysa González, de Campeche... pero ni como chiste de Día de los Inocentes es creíble que estos priistas tengan más prestigio en las redes sociales que AMLO y Sheinbaum, las dos personalidades más queridas por los usuarios de Twitter, Facebook, etcétera.
Si Claudia y Andrés Manuel gobiernan la capital de México y el país entero se debe al dominio que han ejercido en redes sociales, donde han contado con el apoyo de comunicadores que entienden el tema como Iván Escalante, Jesús Ramírez, Epigmenio Ibarra y muchos otros. La hazaña de ganar las elecciones gracias sobre todo a las redes se hizo además sin gastar dinero en las mismas.
Lo más lamentable del caso no es la calumnia que no lastima ni a la jefa de gobierno Sheinbaum ni al presidente López Obrador. Lo verdaderamente triste es la pérdida de credibilidad de El Economista.