Los Carlos contra Santiago Nieto

Interesantes las páginas de opinión de Milenio este lunes 7 de octubre.

Los Carlos —Marín y Puig— defienden a Eduardo Medina Mora, el renunciado ministro de la Corte. Desde luego, se vale que los columnistas defiendan a quien se les antoje. Marín y Puig piensan que Medina Mora es un buen tipo y lo dicen. Como a los Carlos, a mí igualmente me cae bien el ex ministro. Apenas lo conozco, lo habré visto dos o tres veces, pero me agradan su inteligencia y cultura y su sentido del humor. Hasta ahí.

Si quisiera defenderlo, no podría añadir ninguna otra característica positiva del ex ministro: no lo conozco lo suficiente. Lo que jamás haría sería exaltar sus virtudes por la vía de cuestionar a quien lo cuestiona. Es lo que han hecho Marín y Puig: para limpiar la imagen de Eduardo Medina Moran se han lanzado durísimo —casi con golpes bajos— contra el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, quien quizá cayó en excesos verbales al juzgar en declaraciones a los medios al ex ministro, pero nada más.

Finalmente, quien determinará si Medina Mora ha actuado indebidamente no será el señor Nieto, sino —primero— la fiscalía mexicana y después el poder judicial. Nieto simple y sencillamente encontró algunas transferencias bancarias que le parecieron irregulares; Medina Mora, por cierto, dijo que no había nada de malo en las mismas. ¿Por qué no terminó ahí la cosa?

Hasta antes de su renuncia, le daba ciento por ciento de credibilidad a las palabras de don Eduardo: está permitido mover de un país a otro dinero de origen legal.

Sinceramente, pensé que Medina Mora iba a refutar en minutos, con documentos contundentes, a sus acusadores. Después de su renuncia, cambié de opinión. Si no había nada, ni siquiera tenía por qué empezar un juicio en forma. Es decir, en caso de inocencia plena no iba a ser necesario, ya no digamos que renunciara, sino ni siquiera que se separara de su cargo.

Si a Carlos Marín y a Carlos Puig se les acusara injustamente, se defenderían armando un gran alboroto. Y, de ser inocentes —como creo que lo son: no pienso que hayan cometido jamás ningún tipo de delito— lo demostrarían en pocos segundos. ¿Por qué Medina Mora no lo hizo? ¿Por qué renunció? Ni siquiera pidió una licencia o se ausentó de su cargo unos días para aclarar rápidamente las cosas. Don Eduardo fue mucho más lejos: se retiró en forma definitiva de la Suprema Corte. ¿Por qué?

La renuncia, en mi opinión, lo condena, al menos mediáticamente. Quiere decir qué hay algo más que las denuncias periodísticas de unas transferencias bancarias. ¿Qué más le saben en Hacienda o la fiscalía al ex ministro que necesitará todo su tiempo para preparar una defensa jurídica?

Aguilar Camín y alias Pérez Gay

Otros dos columnistas de MilenioHéctor Aguilar Camín y Gil Gamés, alias Rafael Pérez Gay— defienden menos a Medina Mora y se ocupan poco de Santiago Nieto. Estos articulistas se lanzan contra López Obrador. Dicen que el presidente de México, con la renuncia de Medina Mora, ha “capturado” al poder judicial.

De los dos colaboradores del diario propiedad de Pancho González, es más claro Gil Gamés, es decir, el señor Aguilar Camín luce confuso: dice primero que “no podemos decir que el presidente López Obrador haya capturado la Corte”, pero inmediatamente después afirma lo contrario: “La consecuencia inmediata de esta captura es que el presidente no se verá contradicho por la Corte”. Gil Gamés, con mayor lógica, habla sin contradecirse de “la captura” de la SCJN.

No creo que haya ninguna captura del poder judicial. Estoy convencido de que las personas que Andrés Manuel ya propuso para la Corte —Yazmín Esquivel Mossa y Juan Luis González Alcántara Carrancá— no le darán la razón al presidente de México si no la tiene, es decir, que estarán perfectamente dispuestas a votar a favor de acciones de inconstitucionalidad, si son procedentes, que afecten al gobierno de México.

Desconozco a quiénes propondrá AMLO para reemplazar a Medina Mora. Espero que sean mujeres. Las hay muy competentes y con independencia de criterio, como dos señoras a las que ya consideró para tal responsabilidad, Loretta Ortiz Ahlf y Celia Maya García.

Lo que desconocen columnistas prestigiados como los de Milenio es que la mayor fortaleza del movimiento encabezado por Andrés Manuel es su mayor debilidad: sus integrantes le hacen caso al líder solo si les convence; esto es, se van por la libre en cualquier tema si el dirigente plantea algo que no lo que no estén de acuerdo. No hay disciplina, pues, lo que complica la operación política.

Otro ministro, fuera

Por lo demás, Gil Gamés o Rafael Pérez Gay dice que paró la oreja y escuchó que hay otro ministro en capilla: “Luis María Aguilar. Al parecer, se ha abierto una carpeta de investigación en su contra. Mañana Gil se referirá a la reacción del ministro Zaldívar. Gil les dice: van por la Corte, de hecho, la tienen en un puño”.

Si la investigación contra Aguilar estuviera realmente en marcha —habrá que ver— y si este ministro tuviera la conciencia tranquila, no renunciaría. Si renuncia es que algo indebido hizo, lo pueda demostrar o no la fiscalía.

La molestia de los colaboradores de Milenio por el cambio de nombres en la nómina de ministros de la Corte no debería dirigirse contra Santiago Nieto ni contra el presidente López Obrador. El enojo deberían encauzarlo en otra dirección: hacia los propios ministros que no se portaron bien y, por lo mismo, no tienen autoridad moral para defenderse sin dejar sus cargos.