Carlo De Benedetti es un próspero e influyente empresario Italiano naturalizado suizo. Hace tiempo fue propietario del diario La Repubblica, uno de los más importantes de Italia.

En 2012, De Benedetti transfirió la propiedad de esa y otras empresas a sus tres hijos.

El año pasado, inconforme con el manejo administrativo de sus hijos, Carlo De Benedetti intentó recuperar el control de La Repubblica. Fracasó. La propiedad del periódico es ahora de la familia Elkann-Agnelli, accionista de referencia de Fiat y del club de futbol Juventus.

Hombre que no se rinde a la primera, De Benedetti, a sus 85 años de edad, ha anunciado que lanzará un nuevo diario; lo hará, en el contexto de la pandemia del coronavirus y de la recesión económica global.

El rotativo Domani será, según el magnate, una opción progresista e independiente. Ha dicho: “Este será un periódico post-covid nacido junto con la esperanza de la reconstrucción del país”.

Carlo De Benedetti invertirá 20 millones de euros y, cuando Domani sea un proyecto en vías de consolidación, transferirá la propiedad a una fundación. Algo así como el modelo del británico The Guardian, que ya es una empresa comercial, pero que todas las utilidades las reinvierte en el propio diario. En México su equivalente sería La Jornada, que tiene y no tiene dueños, es decir, que se debe solo a sus lectores.

Según De Benedetti,  “la fundación garantizará la absoluta independencia del periódico” que circulará en internet y que contará con una edición impresa de 16 páginas.

Para el empresario, hay en Italia mercado para un periódico que no responda a intereses económicos ajenos al consejo editorial.

En opinión de Carlo De Benedetti, en la actualidad los periódicos italianos se caracterizan por reflejar el punto de vista de sus propietarios y, peor aún, de los intereses económicos a los que responden.

Esa es la situación en la mayoría de los medios de comunicación de México. De ahí que no pocos de sus columnistas sean verdaderos golpistas.

Para demostrar que el anterior no es un juicio exagerado conviene ver el siguiente tuit de Macario Schettino, colaborador de El Financiero, periódico en el que publica de lunes a viernes artículos que invariablemente huelen a golpismo:

¿Es el señor Macario Schettino periodista o activista de oposición? Se pueden desempeñar al mismo tiempo las dos funciones, pero lo honesto sería decirlo con absoluta claridad. El columnista de El Financiero no lo hace. Tampoco lo hacen sus compañeros de páginas, tan entregados como él a la causa de golpear a López Obrador, ni lo hacen muchos de los colaboradores de otros periódicos. Algunos de ellos no se deben a los lectores, sino a intereses económicos con los que se identifican y que no son, necesariamente, aquellos de los propietarios de los medios que los han contratado.

El caso de Reforma (El Norte, en Monterrey; Mural, en Guadalajara) llama la atención. Entregó este grupo de medios su dirección editorial a un activista de la derecha, Juan Pardinas, y el resultado ha sido que tres diarios conservadores, pero bastante objetivos y que, por lo mismo practicaban un excelente periodismo, ahora confunden la información crítica con el golpe bajo a Andrés Manuel y a la 4T. Evidentemente a Pardinas le importa poco el prestigio de Grupo Reforma; lo suyo es el activismo conservador.

No estoy pidiendo dejar de cuestionar al presidente AMLO. Debe hacerse, inclusive con mucha energía, pero sin amarillismo, sin servir a intereses políticos ajenos al periodismo y siempre —es lo fundamental— partiendo de hechos irrefutables, no de expectativas frustradas de grupos de poder ni de fanatismos ideológicos.

Mientras sigan los ataques contra Andrés Manuel, en la medida en que no paren las falsedades sobre su gobierno, su persona y su familia, simplemente por amor a México seguiré diciendo: ¡es un honor estar con Obrador!