Dice la columna Templo Mayor, de Reforma este lunes 13 de enero:

Todavía no se abre la vacante de subsecretario para América del Norte en la Secretaría de Relaciones Exteriores, y al interior de la dependencia ya se sienten los caballazos de quienes quieren quedarse con el despacho que aún ocupa Jesús Seade.<br>A eso atribuyen que, a cada rato, le anden reviviendo un viejo litigio a Javier López Casarín, empresario que colaboró con el canciller Marcelo Ebrard durante el periodo de transición de 2018 y a quien muchos han candidateado para ese cargo.<br>¿Y de partede quién, se preguntan quienes trabajan en la Torre de la Cancillería? Y, en respuesta, varios dedos que apuntan hacia el 1911 de la Avenida Pennsylvania, sede de la embajada de México en Estados Unidos.<br>Sí, hacia el edificio en el que despacha la embajadora Martha Bárcena y tiene su oficina Héctor Ortega Nieto, encargado de las relaciones con el Congreso. ¿Por qué será?<br>

Dice la columna de Lourdes Mendoza en El Financiero este lunes 13 de enero:

Se considera inminente un cambio en la Subsecretaría de América del Norte a cargo de Jesús Seade, quien dejó muy buena impresión en el presidente AMLO. De hecho, se dice, que es por ello que se va a un organismo internacional muy “tú las traes”. El nerviosismo se ha hecho notar, sobre todo en la embajada de México en Washington, donde ven con gran preocupación que pueda llegar Javier López Casarín, quien guarda ágil comunicación con la Casa Blanca. A tal grado llega la cosa que el operador de Martha Bárcena, Héctor Ortega, llegó a México el 28 de diciembre para entregar a varios medios información útil contra López Casarín. ¡Así las cosas! A ver si no le sale al revés su ataque en esta ocasión. Pronto lo sabremos, ¡no les quepa la menor duda!<br>

Culpar a la embajadora, grilla barata

Raro, raro, raro, raro... ¿o no tan raro?

Cuando dos columnas coinciden con el mismo tema, contra la misma persona y prácticamente con las mismas palabras, evidentemente se trata de grilla muy barata que no perjudica a quien pretende dañar, sino a los columnistas que difunden lo que alguien les pide.

En este caso, se trata de la respuesta a la portada de Proceso en la que se cuestiona fuertemente a Javier López Casarín, uno de los favoritos del canciller Marcelo Ebrard.

Está bien que el señor Javier López Casarín se defienda, y qué bueno que al menos dos columnas paleras se presten a sus intrigas, pero ¿por qué tratar de dañar a una de las mejores diplomáticas de México, la embajadora Bárcena?