Pago tres suscripciones a medios de comunicación:
√ La de Reforma, de la Ciudad de México (El Norte, en Monterrey; Mural, en Guadalajara) por tres razones: la primera, son grandes periódicos, de los mejores que hay en México; la segunda, les tengo cariño: publiqué diariamente artículos de opinión durante muchos años en El Norte y en los primeros meses de vida de Reforma; la tercera, admiro, más que a ningún otro empresario dedicado solo a los medios, a Alejandro Junco de la Vega, a pesar de que sus discursos normalmente son bastante cursis, como uno reciente al que le puso música de fondo: el famoso Va, pensiero de la ópera Nabucco, de Verdi. En ese mensaje creo que Alejandro metió la pata al incluir a Platón entre los filósofos estoicos, aunque quizá el que la está metiendo soy yo: algún experto habrá que corrija a quien deba corregir.
√ La de Proceso, semanario al que le soy leal porque lo leo desde su nacimiento, cuando yo era estudiante del Tecnológico de Monterrey. Es complicado renovar la suscripción porque la página de internet de la publicación fundada por Julio Scherer es tan retadora como el legendario periodista. En efecto, a quienes deseamos entregarle nuestro dinero cada año nos desafía a hacerlo: “¡Págame si puedes, cabrón!”, es lo que me grita la web de Proceso cada vez que intento la renovación. He tenido que ser auxiliado telefónicamente por personal de esa empresa. Podría no pagar nada, ya que hay excesivo pirateo de los PDF de la versión impresa de la revista: decenas de amigos me los mandan cada domingo. Por cierto, no sé si estoy al corriente de los pagos, ya que nunca nadie me recuerda que debo hacerlo, lo que considero un error administrativo. Lo que sea, no pienso abandonar al histórico semanario.
√ La de Spiegel Online, que leo con el traductor de Google. ¿Por qué pago esta suscripción? Simple y sencillamente porque pensé que sus contenidos eran interesantes, y lo son sin duda. Creo que la voy a cancelar para suscribirme a Financial Times. No lo he decidido, pero quizá me anime a cambiar.
Me preparo para decirle adiós a El País
Ha anunciado lo siguiente el principal diario de España:
√ “En las próximas semanas, El País afrontará uno de los cambios más importantes en sus casi 44 años de vida”.
√ “El diario implantará un modelo de suscripción digital”.
√ “El País sigue la estela de los grandes medios globales y de prestigio. The New York Times, The Washington Post, Financial Times, Le Monde, The Guardian, The Wall Street Journal o Corriere della Sera ya iniciaron este camino, con un notable éxito en la mayoría de los casos”.
√ “Con el cambio de modelo, los lectores podrán suscribirse a la edición digital del diario por 10 euros al mes. El precio del primer mes será de un euro, sin compromiso de permanencia. Dentro de los diferentes modelos de suscripción digital que existen, El País apuesta por el denominado poroso, que se implantará globalmente: los lectores podrán acceder a 10 artículos al mes de manera gratuita y un contador les irá señalando en qué momento están antes de llegar al límite y pedirles que se suscriban para continuar leyendo”.
Diez euros son unos 216 pesos. No los vale El País. Así que dejaré de leerlo en cuanto se me exija pagar por sus contenidos. Las noticias españolas podré leerlas gratuitamente en muchos otros medios de España.
Me duele decirle adiós a un excelente periódico, pero me sus gestores me obligan a despedirme.
¿A qué periódicos sí les compraría suscripciones digitales?
Por limitaciones presupuestales, tendría que elegir dos de los siguientes:
√ La Jornada, que compraría simple y sencillamente porque es el mejor diario de México.
√ Milenio, que adquiriría por el recuerdo de los buenos momentos que ahí pasé.
√ El Heraldo de México, que trataría de seguir leyendo si cobraran por hacerlo básicamente por respeto al entusiasmo con que sus propietarios han emprendido fuertes inversiones en medios de comunicación en el contexto de una fuerte crisis en esta industria.
√ Excélsior, me resultaría difícil abandonarlo si fuera necesario pagar para leerlo por reconocimiento a todo el esfuerzo que han realizado sus accionistas que, en poco tiempo, consolidaron un grupo de comunicación muy importante.