Aurea mediocritas (“dorada mediocridad”) <br>

La política hace extraños compañeros de cama

Durazo tiene un enemigo bien cerca y no sabe cuál es”, dijo Fernanda Familiar en una larga reflexión, el pasado viernes, en su programa de Imagen Radio.

La periodista empezó su análisis con una pregunta: “¿Qué pasa si a Durazo su equipo de trabajo —sea este Jesús Valencia, el que a lo mejor verdaderamente toma las decisiones— toma una decisión y no se lo hace saber?”.

Para Fernanda, a Durazo le mintieron con el operativo fallido en Culiacán. Específicamente —ella lo ha expresado con todas sus letras— al secretario de Seguridad mintió uno de sus subordinados en la dependencia, Jesús Valencia Guzmán.

¿Quién es el señor Valencia?

En su cuenta de Twitter se describe a sí mismo como “servidor público comprometido con mi país y mi ciudad”.

Ha ocupado diversos cargos, sobre todo en los gobiernos de izquierda de la Ciudad de México. El más importante, delegado en Iztapalapa.

Cuando ejercía esa responsabilidad, Jesús Valencia se accidentó en una Jeep Cherokee propiedad de una empresa que tenía contratos millonarios en Iztapalapa. Fue un escándalo que lo dejó muy mal parado. Valencia me cae bien y no lo considero corrupto, pero resultó incapaz de explicar adecuadamente el porqué usaba para su disfrute personal el patrimonio de un contratista.

Puedo estar equivocado, pero siempre he identificado a Valencia Guzmán como cercano al hoy canciller Marcelo Ebrard.

Fernanda Familiar no quiere “hacer de Durazo un mártir”, pero ella piensa que Valencia lo está grillando fuertemente, sobre todo con el problema ocurrido en Culiacán; sí, con la frustrante, lamentable y que costó muchas vidas fracasada operación operación para capturar al hoy famoso Ovidio, uno de los veinte hijos de El Chapo Guzmán.

Con toda claridad la colaboradora de Imagen Radio ha expresado que Jesús Valencia sabía de la la frustrada operación y no informó a Alfonso Durazo.

En el gobierno, precisó Fernanda, a veces la información “la manejan los de abajo”.

Y si los de abajo no responden realmente al jefe formal, sino a otro político, entonces hacen con la información el uso que se les antoja, les conviene o les ordenan desde otros lugares.

“A Valencia lo puso un tercero, alguien del circulo cercano de Lopez Obrador”, es la opinión de la señora Familiar. ¿Se refiere a Marcelo Ebrard Casaubón? Pregunto con nombre y apellidos porque, reitero, aunque puedo estar cometiendo un error, identifico a Jesús Valencia como operador electoral del ahora titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Ojalá Fernanda precise la información.

Lo cierto es que en el más alto nivel del gobierno federal no se tenía información acerca del operativo para arrestar a El Chapito. El presidente López Obrador, en una conferencia de prensa mañanera, así lo reconoció. No es anormal que tales cosas ocurran. Las dependencias, en las áreas operativas, tienen cierta autonomía y solo después de ejecutadas entregan sus partes (“escrito, ordinariamente breve, que por cualquier medio se envía a alguien para comunicarle algo”: Diccionario de la lengua española).

El parte del operativo en Culiacán se lo entregaron a Durazo y al secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, cuando el mismo ya estaba en marcha. Estos funcionarios informaron al presidente López Obrador cuando las cosas se complicaron y era necesario tomar la difícil decisión de dejar escapar a Ovidio o retenerlo al costo de cientos de vidas humanas.

Ya sabemos que Andrés Manuel y el Gabinete de Seguridad optaron por la prudencia pagando el costo de las fuertes críticas que necesariamente iban a darse, y qué bueno que así lo hicieron.

¿Por qué no ha renunciado Durazo o por qué AMLO no lo ha cesado como tantos columnistas piden? Porque el presidente de México conoce a la perfección lo que pasó. No descarto que Durazo deje su cargo, pero sería muy injusto: como ha dicho Fernanda Familiar, alguien lo engañó, es decir, le tendieron una trampa.

Fernanda señala a Valencia como ejecutor de la celada contra Durazo y solo menciona “a quien puso” a Jesús Valencia en el cargo como el autor intelectual de la peor crisis en el gobierno de López Obrador.

La señora Familiar normalmente tiene buena información. Comunicó la semana pasada que el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, dejará pronto su cargo por un serio problema de salud. Aunque la dependencia negó lo comentado por Fernanda, esta mujer no ha mentido: el ingeniero Jiménez Espriú está enfermo y lamentablemente tendrá que retirarse. Será una gran pérdida para la 4T, pero era esperable dada la edad de quien tal vez sea el más talentoso funcionario del actual gobierno.

Lo que Fernanda dijo el viernes debe ser tomado muy en serio: “A Durazo no le informan que van a hacer ese operativo... Hay un personaje en torno a Durazo que toma decisiones, se reúne con gobernadores... se llama Jesus Valencia Guzmán. Todos los temas de seguridad que tienen que ver con gabinetes en los estados” los encabeza Valencia. En esta lógica, Valencia Guzmán sabía lo que iba a ocurrir en Culiacán y no lo informó a sus superiores. Es, en resumidas cuentas, lo que concluyó la periodista.

Ella, después, se hace la inevitable pregunta: “¿Por qué este señor, Jesús Valencia, puede tomar decisiones sin consultar a Durazo?” Responde: Porque “Valencia tiene vara alta con el presidente Lopez Obrador”.

No aclara por qué Valencia “tiene vara alta” con Andrés Manuel. ¿Quién protege a Jesús Valencia? ¿Marcelo Ebrard?

Aunque no dudo de las capacidad de Ebrard para la intriga; aunque conozco lo mal que el canciller se lleva con el secretario de Seguridad desde los ya lejanos tiempos de Colosio —Durazo era cercano al candidato asesinado y Ebrard en aquellos años armaba la trama de Manuel Camacho contra Luis Donaldo—, creo que en este momento Marcelo Ebrard no tendría ningún interés en meterse en serios problemas grillando tan ruinmente a Alfonso Durazo. Al menos no en forma directa.

El que debe saber a la perfección lo que pasó es el presidente López Obrador. Ya tomará las acciones correctivas que considere necesarias.

Por lo pronto, el hecho es que no pocos columnistas exigen la renuncia o el cese de Durazo. Cuando tantos en los medios tocan la misma melodía y cantan la misma canción, siempre hay que buscar al director de la orquesta política.

Desde luego, habrá interesados en ocupar el cargo de Durazo. Pero no creo que ninguno de los aspirantes —todos de nivel subsecretario— cuente con la influencia que se necesite para dirigir al coro de los columnistas mexicanos.

Fuera del gabinete y de la 4T, pero muy interesado en que Durazo no avance hacia su objetivo de ser gobernador de Sonora, hay un director de la orquesta mediática que ha probado durante décadas ser muy bueno manipulando columnistas: Manlio Fabio Beltrones.

Desde luego, Beltrones no tuvo nada que ver con el problema de Culiacán, pero lo ha aprovechado para tratar de eliminar al único que, de llegar al gobierno de Sonora, puede quitarle la posición informal de cacique sonorense.

En efecto, Manlio Beltrones sabe que Durazo lo echaría de Sonora, es decir, perdería privilegios. Así que el experimentado y maquiavélico político priista busca que el candidato o la candidata de Morena sea alguien distinto a Alfonso Durazo, alguien más manipulable, con quien tenga viejas relaciones y pueda hasta comprar o presionar.

¿Hay en la 4T políticos de Sonora a quienes Beltrones podría atrapar en sus redes o a quienes incluso tenga comprometidos por alguna razón del pasado? Los hay, claro que sí. Ya se verá si Morena se deja infiltrar por el operador del PRI más famoso y más competente, ya viejo, pero todavía activo y con absolutamente intacta toda su capacidad de manipular columnistas manipulables.

¿Cabe la posibilidad de que viejos enemigos como Beltrones y Ebrard estén juntos ahora, como aliados, en esta historia? Dicen los gringos que la política hace muy extraños compañeros de cama. Y ya sabemos que las personas de poder se acuestan con cualquiera si piensan que les conviene.