La prensa de todo el mundo utilizó la palabra caos para sintetizar en una palabra el debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, del Partido Demócrata, y el actual mandatario, Donald Trump, del Partido Republicano.

Caos generado por Trump, como dijo el New York Times: “Las burlas y engaños de Trump agregan caos al primer debate”.

Por esa razón, según encuestas ya difundidas —de CNN y CBS, dos que he visto—, Biden derrotó a su rival.

Debería ser una gran noticia para nosotros que el presidente más antimexicano en la historia de Estados Unidos avance a paso firme hacia la perdida del poder.

Pero, hay que decirlo con toda claridad, un error estratégico del presidente Andrés Manuel López Obrador y del canciller Marcelo Ebrard nos tiene a los mexicanos en el peor de los mundos posibles: Andrés y Marcelo, pensando en lo más conveniente para nuestro país —que en más de un sentido pasa por tener de buenas al desquiciado que todavía habita la Casa Blanca— se prestaron a que Trump utilizara la única gira internacional de Andrés Manuel para presumirla en su campaña.

Es decir, si ganara el anaranjado e impresentable personaje, nuestra sociedad seguiría sufriendo humillaciones sin fin, pero si perdiera —como parece que va a ocurrir—, entonces estaríamos necesitados de inventar una fórmula mágica para convencer al posible ganador, Biden, de que nuestro gobierno nunca apoyó a Trump.

El hecho es que hubo caos en el primer debate de una elección caótica en el año del caos.

Caos. El dios original para los griegos, es decir, lo que existía antes de que todos los dioses aparecieran.

Caos, “un abismo desordenado y tenebroso que existía antes de la creación del mundo”, leí en una pagina de etimologías que consulto con frecuencia.

¿Quién podría navegar en el caos que para México sería la cada día más que probable victoria de Biden?

Seguramente, Marcelo Ebrard no. Después de haber apoyado a los demócratas hace cuatro años, según él mismo lo presumió, desde que ocupa la titularidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México se entregó en exceso a los republicanos y decidió cumplir cada capricho de Donald Trump.

Fuera de esa equivocación mayor, Ebrard ha sido tal vez el más eficaz colaborador del presidente AMLO; tiene, además, aspiraciones para gobernar nuestro país a partir de 2024. Merece ir a otro cargo que le funcione mejor para su proyecto, de tal modo de dejar la cancillería a alguien con mayores posibilidades de entenderse con el equipo de Joe Biden.

Pero quizá Andrés Manuel no realizará pronto un movimiento de esa naturaleza: sacudiría al gabinete presidencial mexicano con bastante anticipación.

Entonces, lo más probable es que Ebrard siga en su actual cargo, pero en el entendido de que, por elemental pragmatismo, deberá apoyarse mucho más en la embajadora en Estados Unidos, Martha Bárcena, quien —es del dominio público— vio venir el más caótico de los escenarios para México y, por esa razón, se dedicó a reparar las líneas de comunicación con los demócratas.

Espero que la señora Bárcena haya tenido éxito en la tarea que ella misma se impuso.