El ex director editorial de Milenio, apasionado defensor de Genaro García Luna, entrevistó a Michael Vigil, ex jefe de Operaciones Internacionales de la DEA.

El policía Vigil, convencido de la inocencia de García Luna, le dijo a Carlos Marín que trató al colaborador de Felipe Calderón “por 10 años y no lo imagina protegiendo a narcotraficantes, pero que el dinero que se le atribuye se trata quizá de bonos o incentivos por operaciones exitosas contra la delincuencia, comunes en algunas naciones”.

Marín podrá ser amigo —o algo más conveniente para el periodista— de García Luna, pero no es tonto.

Sabe el columnista de Milenio que los bonos millonarios en dólares para premiar policías no existen en México. Este dato debió haber sido suficiente para desacreditar al ex funcionario de la DEA.

Un amigo y superior jerárquico de Marín, don Pancho González, propietario de Milenio, tiene un dicho que aplica en estos casos. Seguramente Carlos ha escuchado al señor González decirlo: “Sacristán que vende cera y no tiene cerería de dónde la va a sacar si no es de la sacristía”.

García Luna solo pudo haber tomado su cera (millones de dólares) de una de dos cererías (o de las dos): del presupuesto público que manejaba,  o del narco. En cualquier caso el tipo es un delincuente.