25 de marzo de 2020. No han crecido exponencialmente los casos de coronavirus en México. Las muertes por el Covid-19 tampoco.

Es importante subrayarlo porque hace cinco días una de las mayores instituciones de educación superior de México, la Universidad de Guadalajara, pronosticó que entre el 20 y el 24 de marzo la catástrofe llegaría. Cito lo informado en una página oficial de la UdeG:

√ “UdeG suspende actividades administrativas del 20 al 24 de marzo, y llama a la población a mantener el aislamiento social para evitar el Covid-19”.

√ “El grupo de investigadores que integran la Sala de Situación en Salud para atender la pandemia por coronavirus (Covid-19), del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), crearon un modelo predictivo de esta enfermedad con el que estimaron que, a partir de este viernes 20 al martes 24 de marzo, en México podrían aumentar los casos por coronavirus”.

√ “El rector del CUCS, doctor José Francisco Muñoz Valle, informó que a partir de una ecuación y la recopilación de los comportamientos del Covid-19 en China, se pudieron prever dos escenarios, uno optimista y otro crítico”.

√ “… ‘Este modelo se realizó el pasado 13 de marzo y se consideró que el día crítico sería el 20 de marzo; sin embargo, la realidad es que esto se movió al día de ayer (19 de marzo), desde entonces estamos en una fase exponencial en el caso de los contagios. Lo ideal es que sigamos las recomendaciones de cuidado, de lo contrario nos veríamos en el escenario crítico’…”.

√ "Muñoz Valle indicó que este modelo predictivo está pensado para conocer los posibles escenarios del Covid-19 en los siguientes cinco días, pero que si los casos llegan a crecer demasiado tendría que crearse uno cada día”.
 

Ese modelo predictivo ha generado pánico. Desde que se dio a conocer en Guadalajara, he recibido numerosos mensajes de WhatsApp en los que se me alerta que estamos en la peor etapa de la pandemia. Inclusive profesionales de la medicina altamente calificados y de nivel mundial —pero no expertos en epidemiología, hay que aclararlo— me han advertido que me cuide, que no salga de casa ni a comprar tortillas, porque la UdeG dijo que entre el 20 y el 24 de marzo íbamos a conocer el Apocalipsis.

Pues bien, escribo el 25 de marzo. Ya sabemos que los casos de Covid-19 no han aumentado en forma exponencial en México. Los contagiados siguen siendo relativamente pocos (405) con solo cinco personas fallecidas.

Quiero ser optimista, yo que he pecado de alarmismo. Quiero pensar que el presidente AMLO y su experto en el tema, Hugo López-Gatell, tienen, como ha sugerido Manuel Díaz, “un plan perfectamente elaborado”, que si funcionara —hasta el momento parece haber funcionado: el número de casos se mantiene en niveles reducidos—, esto es, si México saliera de la crisis con la pandemia bajo control, Andrés Manuel López Obrador podría llegar a ser considerado “¡hasta ejemplo mundial de manejo de crisis!”.

No me gusta el tono de López-Gatell en las mañaneras —rollo, rollo, y puro rollo supuestamente basado en la ciencia: los verdaderos científicos son mucho más recatados al expresarse— y siempre consideraré un grave error no haber suspendido el Vive latino, pero debo admitir que la crisis no ha causado problemas graves de salud publica en México.

Seguramente parte del mérito es de un grupo social amplio que se adelantó al gobierno y se aisló a sí mismo antes de que las autoridades lo exigieran.

Si en Madrid la policía obligaba a las personas a permanecer en sus domicilios, aquí muchos lo hicimos voluntariamente y, en especial, rápidamente. Cuando se dieron a conocer los primeros casos de coronavirus entre nosotros, un segmento de la sociedad mexicana decidió que los niños ya no fueran a la escuela: la SEP adelantó las vacaciones cuando ya muchas familias lo habían hecho; nuestra gente se organizó para trabajar en casa si era posible hacerlo, y ha sido perfectamente viable en más casos de los que imaginábamos; empresas y familias dieron dos semanas libres sin dejar de pagarles a colaboradores que por el aislamiento no se iban a necesitar, en suma, muchos nos encerramos, nos pusimos a leer, a ver Netflix, a volver a la TV abierta, a limpiar la cocina y a lavar ropa quienes no teníamos la costumbre de hacerlo, e inclusive a conversar entre nosotros como hacía tiempo no lo hacíamos.

El hecho es que hay razones para ser optimistas. Me encanta la idea de que el gobierno del presidente AMLO salga triunfante de esta fuerte sacudida global.

Lo que sigue es apoyar empresas, el gobierno debe hacerlo porque lo cierto es que si con alta probabilidad vamos a librar la crisis sanitaria con bien, no ocurrirá lo mismo con la crisis económica. Andrés Manuel debe ser mucho más firme en esto.

Tranquilos ya, al menos no alarmados frente a la enfermedad, que con ayuda del ejército y la marina armada el sector salud se ve cada día más preparado para contener, el verdadero fantasma que nos asusta es el desempleo.