El malvado descansa algunas veces; el necio jamás<br>

José Ortega y Gasset

La principal virtud —y el principal defecto— de mi querido amigo Ciro Gómez Leyva es la necedad. Y es que no le cansa...

El periodista de Radio Fórmula e Imagen en 2006 se creyó el cuento de que Felipe Calderón ganó con limpieza las elecciones presidenciales, y cada vez que puede lo repite, lo repite, lo repite, lo repite, lo repite, lo repite... y lo repite.

Hoy en la radio Ciro volvió a su tono propagandístico que tanta gente tantas veces ha denunciado desde 2006, y retó a los matraqueros de López Obrador a dedicarle una columna para refutarlo.

Cada vez que el señor Gómez Leyva habla de los matraqueos de Andrés Manuel, me pongo el saco. Y en cada ocasión, obedeciendo sus instrucciones, de inmediato le he dedicado un apunte en mi columna de SDP Noticias.

Esta vez no lo he hecho tan rápidamente porque no escuchaba a Ciro; me he enterado horas después de que habló de los matraqueros.

Hay prioridades, veía yo la larguísima etapa de la Vuelta a España —219.6 kilómetros entre Aranda de Duero y Guadalajara—, corrida a una velocidad increíble y que puso en apuros al líder, el esloveno Primož Roglič.

No iba yo a dejar un evento deportivo de primer nivel para escuchar a Ciro. Ya invitaré a este periodista a comer —desde luego, con vino de mil pesos, que sigue siendo para mí bastante caro— y le explicaré, ¡otra vez!, cómo fue que Calderón se robó las elecciones de 2006.

Me dan ganas de volver a difundir el documental que ayudé a producir a Luis Mandoki, "México 2006".

Ciro Gómez Leyva sabe que hubo fraude y que seguimos pagando las consecuencias de la forma —tan tonta— en la que Calderón intentó lograr la credibilidad que no le dieron las urnas: declarando una absurda guerra al crimen organizado que México perdió.

Por fortuna, después de tantos años de fallida guerra, Andrés Manuel y su secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, han decidido, al fin, enfrentar el problema con estrategia. Costará trabajo, pero ya se construyeron las bases, con la Guardia Nacional, para pacificar al México que ensangrentó el fraude de Felipe Calderón que Ciro tanto defiende.

Por lo pronto, antes de reunirme con el señor Gómez Leyva para darle detalles de aquel fraude, diré nada más que le viene a la medida el sufijo -fobo —cito a la Fundéu BBVA—, que “permite formar nombres y adjetivos que expresan el sentimiento de horror o repulsión”.

Quién sabe por qué don Ciro es AMLÓfobo. Tiene derecho a serlo, pero le suplico que la próxima vez que lance retos a los matraqueos de López Obrador, lo haga a partir del lunes, después de que termine la Vuelta. Porque su noticiero es bueno y entretenido, sin duda, pero no tanto como para dejar la transmisión del ciclismo que ofrece ESPN 3.