El violista Chris Goldscheider hace tiempo denunció a la Royal Opera House porque la potente música de Richard Wagner —en un ensayo de La Valquiria— le arruinó el oído.

El problema para el violista se originó porque lo sentaron delante de los instrumentos de viento, lo que le provocó un daño auditivo irreversible. Lo demostró y ganó la demanda.

Leí en algún lado que el sonido al que estuvo expuesto el músico “llegó a alcanzar una intensidad de 137 decibelios, que equivale al que emite el motor de un avión”.

La música más bella, en ciertas condiciones, puede ser ruido perjudicial para alguien. Pero el ruido —el de un avión, por ejemplo— jamás será música.

Clausewitz escribió que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Lo anterior significa que la política está diseñada como una herramienta para evitar que los conflictos en una sociedad se salgan de control. Después de citar a Clausewitz, un periodista español apuntó que el famoso teórico de la ciencia militar también dijo que la guerra es el “acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad”.

Obligar al adversario. Hay que subrayar esta expresión. ¿Por qué obligar a quien no piensa como nosotros? ¿Por qué no, mejor, convencerle mediante el diálogo?

En el PEF 2020 los diputados de Morena no convencieron a nadie; simplemente avasallaron a la oposición. Es decir, sembraron la semilla para que el natural conflicto entre grupos políticos distintos empiece a salirse de control.

La música a veces es ruido, pero el ruido nunca es música. La política puede llevar al enfrentamiento, pero el enfrentamiento por sí solo nunca será política. Menos lo será si quienes tienen el poder se burlan de los perdedores, como lo hicieron los señores de Morena al reírse de sus colegas del PAN.

Los diputados de Morena no hicieron política; simplemente, patearon a la oposición. Mala noticia que obliguen a las minorías legislativas a radicalizarse. Ya había ocurrido en el Senado con el nombramiento, desaseado, de Rosario Piedra al frente de la CNDH. Esto llevó a los gobernadores del PAN a desconocerla. En efecto, como se ha dicho, tal desconocimiento no tiene validez legal, pero sí rompe con el diálogo político. Es un reto al gobierno de la 4T, que podrá mantenerlo bajo control si no se suman nuevos desafíos de parte de los grupos de oposición que se sienten ignorados. No tenía sentido haberlos aplastado con el PEF. Ningún sentido.

Nadie en la 4T debe caer en el error de pensar que no tiene importancia lo que haga la oposición. En su momento, el PRI y el PAN se burlaron del desafío de la presidencia legítima de AMLO. No era un juego, iba en serio. Que la oposición desconozca las instituciones de la 4T tampoco es una broma. Entendámoslo. 

El diálogo ha sido imposible, urge construirlo. Antes de que estemos en verdaderos problemas.