Nadie niega el mérito, intelectual desde luego, de los intelectuales que firmaron un desplegado de prensa para exigir una alianza contra Morena y el presidente AMLO en las elecciones de 2021.

Héctor Aguilar Camín, Roger Bartra, Enrique Krauze, Soledad Loeza, Ángeles Mastretta, Jean Meyer, Jesús Reyes Heroles, Enrique Serna, Guillermo Sheridan, Jorge Castañeda y José Woldenberg son escritores, historiadores, analistas de primer nivel, pero...

En cuestiones electorales —es decir, en la búsqueda de votos— ellos no dan una.

El que más entiende el tema, pero desde el otro lado de la barra de la cantina —esto es, no tratando de ganar sufragios, sino contándolos— es Woldenberg. Los demás, cuando han intentado tener éxito como candidatos, han fracasado. Es el caso de Castañeda, excelente analista, quien inclusive trabajó correctamente en el gobierno de Vicente Fox, pero frustrado ya varias veces cuando ha buscado que se le tome en cuenta como aspirante independiente a la presidencia de México. De los otros, mejor ni hablar. Krauze, tan lúcido para el análisis, no sabría qué hacer en un recorrido de campaña por las colonias populares, ya sea para apoyar a alguien más o tratando él mismo de conquistar una posición electoral. Así el resto. Conocen la realidad de la pobreza de la mayoría de la gente, pero solo en estadísticas: cuando mucho habrán realizado algún servicio social de fin de semana o de una temporada de vacaciones, y hasta ahí. Algunos de ellos trabajaron para hacer presidente en 2018 a Ricardo Anaya, y lo único que consiguieron fue hundirlo todavía más.

En fin, los intelectuales difundieron una carta electoral que a nadie le importó... hasta que Andrés Manuel López Obrador decidió responderla con eso del “bendito coraje”. Como el presidente AMLO se ocupó de ellos, los intelectuales se convirtieron en actores políticos.

¿Por qué lo hizo el tabasqueño? Para que sean ellos —experimentados analistas, pero principiantes en activismo político— los verdaderos rivales de Morena en 2021. Sabe que en realidad no darán la pelea porque no se dedican a trabajar con la gente que vota. 

Tiene lógica. Si los líderes de la oposición son los intelectuales que nada saben de la dura lucha por el aprecio del pueblo; es decir, si los historiadores y los escritores desplazan a los políticos que sí entienden el tema —Dante Delgado, Enrique Alfaro, Javier Corral, Francisco Domínguez, Francisco García Cabeza de Vaca, etcétera—, entonces Andrés Manuel y su partido arrasarán en 2021.

Como no tiene oposición, AMLO inventa una muy mediocre, antes de que surja alguna verdaderamente eficaz. Es decir, ha convertido el debate electoral en la pelea de un boxeador campeón del mundo con bultos —destacados en otras actividades, sin duda—, que de intercambiar golpes en el ring nomás no saben nada. Se dará gusto pegándoles por todos lados sin que metan las manos.