La Secretaría de Educación Pública (SEP) de inmediato puso en marcha la maquinaria para llevar a la práctica la nueva propuesta del Secretario de Educación federal, Aurelio Nuño Mayer, de implementar un calendario escolar “flexible” que podría ir de los 185 a los 200 días hábiles.

Ningún analista educativo serio entiende cual es la verdadera motivación detrás de este cambio que, para la mayoría de los maestros en activo, resulta un absurdo.

Al menos así se dejó sentir en la última sesión de Consejo Técnico, donde por instrucciones de la SEP se trabajó, en todo el país, el asunto del calendario flexible, solicitando a los docentes que expresaran sus argumentos a favor y en contra.

La conclusión generalizada es que la propuesta de Aurelio Nuño busca más que nada darle protagonismo y popularidad a este funcionario, quizá con fines políticos, porque resulta inviable convertirla en realidad.

En primer lugar, muchas de las escuelas quintanarroenses son de doble turno, lo que imposibilita ampliar la jornada escolar sin perjudicar al alumnado. Por otra parte, aunque las dobles plazas pasaron a la historia desde hace al menos un lustro, todavía quedan miles de maestros que trabajan doble jornada o tiempo completo, y aumentar las horas de clase para disfrutar de 15 días más de receso escolar sería contraproducente, pues tendrían que laborar cerca de 12 horas al día, reduciendo su rendimiento.

Otro aspecto que se debe considerar es la cuestión administrativa, que será caótica si unas escuelas cierran el curso escolar antes que otras.

Para rematar, este asunto es meramente superficial, porque sin importar si el curso escolar es de 185 días o de 200, el programa es el mismo, las horas clase deben ser las mismas, así que el aprovechamiento del alumnado no se verá afectado.

Este ajuste a los tiempos forma parte  del paquete de cambios que la SEP denominó “Escuela al Centro”, el cual plantea algunas ideas interesantes, pero cuya eficiencia todavía debe ponerse a prueba. De entrada, habrá que ver si el gobierno federal y los estatales cuentan con los recursos presupuestales para dotar de dos subdirectores a todas las escuelas primarias con más de seis grupos.

El calendario escolar flexible es un experimento, tal como lo fue en su momento las escuelas de tiempo completo, cuya realidad actual no tiene nada que ver con la idea que vendieron en su momento.

El problema es que los profesores sienten que el pedirles su opinión sobre el nuevo calendario escolar no es para involucrarlos en la toma de decisiones, sino para legitimar una acción que podría ser impuesta para el próximo ciclo escolar, les guste o no.

Y es que la burra no era arisca, los palos la hicieron.