Como todos sabemos, a finales de diciembre el Presidente López Obrador anunció el plan contra el robo y venta ilegal de combustibles, mejor conocido como huachicol.

Esta política obtuvo gran apoyo entre la ciudadanía; sin embargo, a casi un mes de su implementación hay preguntas sin respuesta y, de seguir esta tendencia, se puede propiciar incertidumbre generalizada. Hoy quiero compartirles algunas reflexiones acerca de esto.

El 27 de diciembre se implementó la estrategia e inmediatamente escaseó la gasolina. De acuerdo con especialistas, existen dos picos de demanda: semana santa y diciembre, ¿era inteligente comenzar el operativo en uno de esos momentos? ¿No hubiera sido mejor esperar a que la demanda se normalizara? Parte importante de esta estrategia fue cerrar todos los ductos, pues la mayor parte del combustible robado —nos dijeron— se extrae con ayuda interna de la petrolera: ¿era la estrategia correcta o se debió de analizar caso por caso? ¿Ya habían comenzado las investigaciones o se hacen a medida que se implementa la estrategia?

Si no se habían investigado las redes del crimen organizado, ¿cómo sabremos que se desarticularon? Es necesario, sin duda, investigar a los que controlaban la producción y distribución de los hidrocarburos, pero también a las gasolinerías para saber si vendían producto robado. Por otra parte, la semana pasada se anunció que el Ejército cuidará la tubería que viene de Tuxpan; si eso funciona, ¿para qué se cerró y no sólo se cuidó esa tubería? Se ha dicho que no es una crisis de desabasto, sino que es un problema de distribución porque se tiene suficiente producto. Sin embargo, el viernes pasado, The Wall Street Journal publicó un artículo mencionando que se redujeron las importaciones de crudo ligero en comparación con diciembre del 2017, lo que disminuyó la materia prima en las refinerías.

Seguramente eso implicó una reducción en las reservas y, como estrategia, se cerraron los ductos. Tal parece que el paro de importaciones de gasolina, de petróleo ligero y del percusor necesario para producir gasolina es el origen del desabasto; pero entonces, si mañana se reabren los ductos, ¿se resolverá el problema o se demorará varios días? o ¿es por eso que no pueden decir cuándo se arreglará el problema? De continuar la crisis de desabasto se afectará a las cadenas de suministro de medicinas y alimentos además de, como lo mencionó el Banco de México, tendría un efecto en la inflación. ¿Cómo se resolverá esto para que no sea más costoso el remedio que la enfermedad? Estoy seguro de que la crisis se resolverá, pero sus resultados marcarán la política de control de crisis de esta administración; aunque la duda persiste: ¿cuándo y cómo se cerrará este capítulo? ¿Habrá una solución o solo darán números que digan que ya no hay robo, aunque siga existiendo? o peor, ¿habrá algún resultado final visible? Creo que la estrategia era perfectible, pero espero que se controle el huachicol y se mejore la supervisión y venta del producto revisando preponderantemente a las gasolinerías y grandes consumidores; queremos litro de a litro y que sea el producto solicitado porque nada nos garantiza que así sea. Tal vez habrá que releer las propuestas de legislación de la administración pasada donde, por ejemplo, se tipificaba el robo de combustibles como delito grave (que sigue en estudio) y se preveía la extinción de dominio (que ya se logró). Mejoremos la legislación y fortalezcamos el aparato institucional que haga más efectivo el control, supervisión y operación comercial de los hidrocarburos. No sólo necesitamos una buena idea, sino una estrategia calculada y eficaz. 

guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com