Hace mucho tiempo dejaron de analizar, lo suyo es denostar. Los escribanos a sueldo de la derecha han emprendido una aborrecible cruzada: sobajar al presidente Andrés Manuel López Obrador en una campaña de desprestigio y socavar los mensajes de los eminentes doctores que llevan la crisis del coronavirus, Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell. Acomodados a los tiempos, lo de los escribanos es la virulencia, no la solidaridad.

Demos un leve barrido de la prensa hoy.

En Reforma, la catastrófica Denise Dresser ya quiere hundir a México: “Su gobierno se asemeja a quienes, antes de chocar con el iceberg, se abocaban a reacomodar las sillas a bordo del Titanic… La crisis del coronavirus abre boquetes en una nave que ya tenía problemas por la obcecación del capitán y el dogmatismo de su tripulación… El gobierno lopezobradorista no parece comprender la importancia de diseñar salvavidas para que millones de mexicanos puedan sobrevivir.”

También en Reforma, Jesús Silva-Herzog Márquez: “Se acercan días muy oscuros para México. Debemos aceptar que no hay escapatoria… Como adolescente caprichoso, López Obrador hace lo que se le da la gana sin medir las consecuencias. No solamente es irresponsable, parece esforzarse en proyectar su irresponsabilidad a los cuatro vientos. En su frenesí de provocaciones, el Presidente no hace más que correr al aislamiento del loco”.

Los escribanos no ocultan el guion compartido, así Dresser, así Silva-Herzog Márquez: “Frente al aviso de la peor tormenta sanitaria y económica de la historia contemporánea de México, el capitán del barco suelta el timón para pasearse por la cubierta del barco tocando el violín, diciendo insensateces, deleitándose con la manera en que incordia a la tripulación y a todos los pasajeros”.

El chileno-mexicano, Pablo Hiriart, propone en El Financiero un golpe de Estado: “Los sectores más responsables del país tienen la obligación política de frenar a López Obrador porque el daño que inflige al país no tiene precedente, es deliberado y puede ser irreversible.

“Esperar a las elecciones intermedias en 2021 para crear contrapesos es mucho tiempo dada la celeridad con que avanza la destrucción de México.

“(…) Cada día le pone un nuevo clavo al ataúd de la nación. Tienen que pararlo, y en su equipo, en los empresarios y gobernadores está la llave”.

Raymundo Riva Palacio en El Financiero imagina a López Obrador enfermo: “Una consideración racional que tendría que hacer es, si cae enfermo y tiene que ser intubado –su organismo tiene varias afecciones que lo hacen vulnerable, como la hipertensión–, ¿quién estaría al frente del gobierno mientras él está imposibilitado para hacerlo? Se desconoce si López Obrador se ha hecho esa pregunta o en su equipo se ha planteado ese escenario. Si lo han hecho, el Presidente parece no haberle hecho nada de caso. Si no lo han hecho, igual de peor. Urge que lo hagan. En la Constitución no existe ninguna provisión en caso de ausencia temporal del Presidente”.

Ya ni reproduzco lo de “los molinos de viento” en La Rumorosa o el saludo a la madre de Joaquín Guzmán Loera. Un coro al que acuden, en una sintonía de derecha comprensible, muchos de nuestros comentaristas. Los escribanos de los conservadores, como sus dueños, nos desean el peor de los mundos posibles con un presidente loco o aislado o enfermo. No sucederá. Por cierto, ¿de qué sabor quieren su nieve?