El historiador Enrique Krauze y el presidente Andrés Manuel López Obrador han sido protagonistas de encontronazos verbales con motivo de las declaraciones del presidente en torno al pasado financiamiento de la revista Letras Libres. Según declaró AMLO, la revista fue beneficiada con fondos públicos durante administraciones panistas y priistas. Según infirió el presidente, las preferencias hacia la publicación estuvieron detrás de su línea editorial. Al igual que lo hiciese con Nexos, dirigida por Hector Águilar Camín, el presidente no ceja en su empeño de acusar a destacados intelectuales mexicanos de haber simpatizado con el “ancien régime” de Luis XVI previo al arribo de la corriente revolucionaria y a la toma de Los Pinos.

A estas diferencias se ha sumado el director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, quien fue objeto de controversias políticas – y legales- en torno a su nombramiento al frente de la editorial mexicana. Taibo ha secundado públicamente a López Obrador e “invitó” a Krauze y a Aguilar a salir del país; expresiones incendiarias que pintan de cuerpo entero a una buena parte del partido gobernante.

Las diferencias entre López Obrador y Krauze parecen haber surgido tras haberle llamado este último “el mesías tropical” en una irónica pero atinada frase que pretende describir a un autoproclamado salvador de la nación mexicana; personaje carismático quien busca el renacimiento de la vida nacional mediante la exaltación de su personalidad, de su carácter y de sus extraordinarios dones políticos, por encima del actuar de las instituciones el Estado mexicano y de la Ley. López Obrador, por su parte, se ha hecho merecedor de la descripción mediante un discurso divisor y con sus controversiales referencias al Evangelio, sus sermones mañaneros y las alusiones al papa Francisco.

AMLO, por su parte, ha denostado a Krauze con la más deshonrosa de las anatemas: conservador. En alguna mañanera le comparó con el gran Lucas Alamán, lo que Krauze, conocedor de las aportaciones del historiador decimonónico a la historia de México, agradeció y recibió como una distinción por parte del presidente.

Finalmente, en relación con el desafortunado involucramiento de Taibo en el intercambio, el lector recordará la vulgar expresión del funcionario al momento de su disputado nombramiento como director de la gran casa editorial mexicana. La declaración del escritor avergonzaría no únicamente a intelectuales destacadísimos como Krauze o Aguilar Camín, sino al propio Daniel Cosío Villegas, fundador del FCE, e historiador insigne del México del siglo XX.