“A un año de las elecciones presidenciales, el partido creado por Andrés Manuel López Obrador ha logrado posicionarse como la primera fuerza a nivel nacional, superando al PAN por 5 puntos y al PRI por 11 puntos porcentuales, respectivamente. De igual forma, el líder y principal figura de Morena, se ha venido consolidando como puntero en la carrera por la silla presidencial. Así lo registra la más reciente encuesta nacional de Grupo REFORMA.

“A pesar de que el 80 por ciento de los mexicanos manifiestan que el PRI ya no debe seguir gobernando el país, el voto anti PRI se divide entre las distintas ofertas de oposición, principalmente Morena y el PAN. El frente propuesto por el PAN y el PRD no parece tener mucho impacto en este balance de preferencias.”

¿Tiene razón Reforma?

1.- Si la intención del voto fuera el voto, sí.

2.-  Si el voto no es la intención de voto, claramente no.

El mes de julio no anula al mes de junio o, lo que es lo mismo, la percepción no anula la realidad: ahí siguen los votos del PRI –libres o inducidos en elecciones de Estado– tanto en Coahuila y, sobre todo, en el Estado de México. Morena avanzó, no ganó.

En el misterio de los resultados de la encuesta no existe el “factor Enrique Peña Nieto” quien, en las propias estadísticas de Reforma, ha subido de 12 a 20 puntos porcentuales en aceptación estos meses recientes, pero los miembros del gabinete (presidenciables) no son competitivos. ¿Cómo resolver este enigma?

Para Reforma, Morena es, en el sentido clásico, un partido político. No lo es. Morena sin Andrés Manuel López Obrador no es Morena y, grave debilidad, no cuenta con la estructura territorial para sobrellevar elecciones estatales, menos nacionales. Morena cojea en los días “D” porque –misterio eucarístico– la transubstanciación los destruye. Todo mesías da, pero también quita.

Los ciudadanos diagnosticados por Reforma arrojan números contradictorios cuantitativa y cualitativamente. Por un lado, el 80 por ciento desea sacar al PRI de Los Pinos, pero los negativos de los posibles contendientes de oposición superan a sus positivos: por más que Andrés Manuel sea el puntero, como en otras elecciones, sus negativos lo diluyen. ¿Qué nos dicen estos resultados? Simple, los ciudadanos sí quieren un cambio, aún no saben con quien.

Cuando los negativos dominan las posibles candidaturas de AMLO, Margarita Zavala, Miguel Ángel Mancera, Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle, Jaime Rodríguez Calderón, Pedro Ferriz de Con, Silvano Aureoles, Emilio Álvarez Icaza o Armando Ríos Piter, la conclusión es que los mexicanos no cuentan, aún, con alguien que aglutine el voto de castigo en la alternancia. Si hay una intención de cambio, aún no existe el político que la abandere. Y Andrés Manuel tiene más sustracciones que adiciones.

Trascender las conclusiones de Reforma ayuda. El frente opositor, según el medio de comunicación, no va… sólo si se lee como un frente que llegue a la Presidencia de la República, pero el frente (PAN-PRD) sí va si divide el voto entre tres grandes bloques donde todos se acerquen al 30 por ciento, incluyendo al PRI y a Morena, y donde los ganones sean los priistas.

Entonces, ¿la encuesta destruye las posibilidades del PRI?

No.

En el ars combinatoria de la política electoral por venir hay que transcribir la señal analógica de la encuesta de Reforma a una señal digital para el 2018: introducir elementos binarios. Profanando la idea de Ramón Llul, el poder del poder del sistema político mexicano podría intentar un modelo complejo en el cual, en la red de intención y de voto, se combinen los negativos de López Obrador, el frente PAN-PRD y un candidato del PRI que supere los 30 puntos porcentuales. Y entonces sí: la combinatoria convertiría la aritmética (Edomex) en el algoritmo priista del 2018.