A pocos días de la elección presidencial, parece seguir definido y concluido el escenario electoral para elegir presidente del país. Todo sigue apuntando de manera contundente que será López Obrador, mientras el segundo lugar seguirá por definirse entre PRI y ´PAN. Por otro lado, el mundial de fútbol ha acaparado la atención de la sociedad mexicana, dejando en segundo término a las campañas políticas. Y no es para menos, ya que la gran cantidad de porquería que emanan los partidos políticos cansa a los mexicanos.

A pocos días del primero de julio, Meade y Anaya tienen reprobadas sus campañas. Ellos en cambio ―de manera individual― se ven son más rescatables que sus equipos de campaña. En cambio, el Bronco parece que puede recoger algunos escombros que dejen los partidos políticos.

La carrera por la presidencia de México no se mueve por solo tener dos corrientes, los candidatos del sistema y uno antisistema. Meade, Anaya y el Bronco se disputan los pedazos del sector del sistema. En cambio, López Obrador tiene para él solo la parte antisistema. El fracaso de PRI, Frente y Bronco es competir en el sistema, para el sistema, siendo sistema, queriendo el antisistema. Era normal que, si López Obrador entendió esta parte, él si depredara votantes del sector sistema.

Queriendo revertir la inercia, muchos hacen la analogía del triunfo de la selección mexicana de futbol sobre la alemana, refiriendo un posible repunte o triunfo de Anaya o Meade sobre López Obrador. Pues lamento decirles que el partido ya comenzó desde hace mucho, y van perdiendo por goliza. Quienes hacen la lectura de que la competencia comienza el primero de julio, están demostrando el por qué fracasaron como campaña tanto Meade, como Ricardo Anaya. Todo lo que intente ver un repunte hipotético de manera falaz a Meade o Anaya, solo está justificando su rotundo fracaso dentro de alguna se esas campañas.

Pero en términos generales, ¿cómo terminan las campañas de cada candidato?

Morena. Pudo capitalizar el hartazgo y enojo social. López Obrador al tener más de 20 años en campaña, supo no repetir los errores del pasado. Lograron consolidarse en los Estados más importantes del país, siendo primera o segunda fuerza. Morena sin López Obrador también ha logrado permear dentro de las 2 primeras fuerzas políticas en las elecciones locales. López Obrador no se confrontó con los medios o empresarios como en las elecciones pasadas.

El tabasqueño supo tener manejo de los temas complejos de campaña, al tema del aeropuerto le dio certidumbre al final, como ejemplo. Supo arropar ex militantes de otros partidos. Lo que una vez fue el PRD capitalino, hoy en su mayoría está en Morena. La Ciudad de México será su gran bastión, como ejemplo. Por estar en las dos primeras fuerzas en los Estados, es probable que llegue a tener mayoría en el Congreso de la Unión.

Pero Morena también se lleva puntos malos. Dentro de los ex militantes de otros partidos, también ha arropado a personajes polémicos. La configuración con el PES, PT o figuras como Gómez Urrutia, esto desanima a sectores indecisos. Me parece que a López Obrador le faltó estar un poco más en escenarios de redes sociales o medios de comunicación. Aunque quedó muy bien cubierto y sin restarle protagonismo por figuras como Yeidckol Polevnsky o Tatiana Clouthier.

El PRI. Desde el inicio de la campaña se auguraba la derrota estrepitosa de este partido. Aunado a que José Antonio Meade siempre fue un candidato gris y aburrido. El PRI tuvo un inicio desastroso, se dividió internamente, personajes como Ochoa Reza tenían en ocasiones más protagonismo que el mismo Meade. El mal liderazgo del grupo peñista afectó el desarrollo de la campaña de Meade, no supieron ―o no quisieron― darles espacio a otros grupos internos en el partido.

Otros aspectos que afectaron la campaña de Meade fueron los degastes. Primero estando en el sótano, quisieron tener una competencia directa con Morena, error garrafal. Ponerte con el “más limpio” te hace ver peor. Después de ese fracaso, se dieron cuenta que “el tiro” era con Anaya y su Frente. La pelea PRI-Frente fue hasta llegar a acusaciones legales. El PRI se dio cuenta demasiado tarde que, antes de poner se con Morena tenían que enfrentarse con Anaya.

Cuando el PRI se dio cuenta de que necesitaban un verdadero líder nacional, también fue tarde. Cuando se dieron cuenta que tenían que aceptar su papel de corruptos, fue demasiado tarde. El PRI despertó demasiado tarde, y no digo para ganar, sino para que hicieran ver a Meade un poco competitivo, y entonces si pensar en quedar en segundo lugar.

El Frente. A Ricardo Anaya se le sigue cayendo el “changarro”. Su campaña se compuso de copiar propuestas, así como mentir en acusaciones. Al candidato del Frente le descubrían una y otra de sus mentiras. Anaya no tuvo tener liderazgo real sobre los demás partidos del Frente.

El Frente no es de las primeras dos fuerzas políticas en la mayoría de los Estados, si acaso solo en Guanajuato y Veracruz. Me parece que las declaraciones de Jorge Castañeda han perjudicado a Anaya. El protagonismo del güero Castañeda resta, no aporta en lo absoluto, la muestra está en el fracaso de sus proyectos políticos.

Anaya no tuvo apoyo de la mayoría de los gobernadores panistas, no pudo concretar la alianza en Jalisco. La candidatura de Alejandra Barrales se cae a pedazos en la Ciudad de México. Me parece que tiene el riesgo de caer al tercer el lugar el día de la elección. Un fracaso anunciado desde su conformación, ese siempre fue el Frente y su candidato Ricardo Anaya. Como lo he mencionado antes, el Frente se cayó por tener liderazgos débiles y fracasos en sus pasados recientes.

El Bronco. Este personaje sacado de la chistera para dividir está listo para su derrota. No cabe duda de que aún puede recoger desperdicios de los partidos, así como convencer a algunos despistados en el sector de los indecisos. Pero lo que es un hecho es que el Bronco no aportará nada con su derrota, ni al Senado, ni a la Cámara de Diputados, ni a Nuevo León y mucho menos a esos votantes que desperdiciarán su voto. Un candidato “independiente” que pasó de noche su gubernatura, falsificó firmas y llega con opacidad en sus gastos de campaña.

En fin. La elección está ya a la vuelta, las campañas electorales terminaron prácticamente con el mundial de futbol. Hoy los mexicanos deberíamos estar ocupados de hacer a un lado ese odio irracional por defender al candidato de nuestra preferencia. Quienes harán que las cosas funcionen en este país somos todos unidos, no un candidato o un partido en sí. Veamos cómo se desarrollan las cosas de aquí a las elecciones.