El caso del Bronco es el mismo de Lagrimita en el 2015. ¡Esa película ya la vimos en Jalisco! El tribunal electoral (en ambos casos fue el federal) decidió darles a ambos payasos la oportunidad de participar en la elección porque les faltaron pocas firmas y los pobres angelitos no tuvieron la oportunidad de arreglarlo porque no supieron a tiempo que habían hecho trampa. 

Si los hubieran regañado a tiempo por la trampa, pues la habrían dejado de hacer y así sí hubieran alcanzado el apoyo necesario.

Lagrimita ni cuenta se había dado de que llevaba apoyos de otros estados para contender por la alcaldía de Guadalajara y el Bronco nunca supo que cientos de miles de credenciales eran piratas y que otros cientos de miles eran fotocopias.

Pues que con su pan se lo coman. Al menos en el caso del Bronco no tuvimos que gastar en la reimpresión de las boletas. Con Lagrimita (Guillermo Cienfuegos ), gracias a la benevolencia de los magistrados, no solo se tuvieron que gastar dos millones y medio de pesos adicionales, sino que la elección misma se puso en riesgo porque esto se hizo solo unos días antes de la jornada electoral.

Imagínense si no se hubieran alcanzado a imprimir. Por cuidar al inocente tramposo, la jornada misma se hubiera comprometido.

Con El Bronco hay tiempo no sólo para las boletas, sino también para que participe en debates y para que mueva toda la organización pero también para que los mexicanos que no son magistrados electorales le den una lección, como se la dieron los tapatíos a Lagrimita. Que nadie vote por él y que los dioses de la república confundan a sus pocos seguidores.  Porque Bronco, como los otros tramposos, no sólo no debe estar en la boleta, debería estar en la cárcel. Y pensar que tenía la oportunidad de gobernar un estado sin partido político por primera vez en la historia de nuestro país.

Esa era su tarea, y no ponerse a la sombra del malhadado camino abierto por Lagrimita.

Dirán que esta vez destilo hiel por la pluma y tienen razón. Cómo no perder la compostura cuando un tribunal decide que la trampa tiene sus recompensas.

El argumento, tanto de Lagrimita como de Bronco, más los que ahora se sumen, es que el INE no les avisó a tiempo que estaban haciendo trampa, los dejó seguir subiendo firmas malas y eso los dejó en la indefensión pues cuando fueron avisados ya no pudieron corregirlo. En español, de eso se trata la leguleyada que cuatro mediocres magistrados aceptaron como argumento jurídico garantista. Pobre Lagrimita, pobre Bronco, pobre Armando Ríos Piter: violaban la ley y nadie los regañó a tiempo.

Lo que hicieron los magistrados, otra vez, fue validar un fraude. El primer fraude electoral del 2018, la primera alteración de la voluntad ciudadana en este proceso.