A más de diez horas del debate televisivo de los cuatro candidatos presidenciales (incluyo a Josefina Vázquez Mota, a sabiendas que las feministas me reclamarán por no escribir “la candidata”), veo, escucho y leo por doquier que quien ganó la noche de este domingo fue la edecán del IFE, Julia Orayen. Atrás quedó si el partido Morelia–Tigres superaría en rating a la acartonada transmisión electoral.

 

Para bien o para mal (sobra cualquier juicio moral ante la belleza corporal), pero nadie puede negar que miles y miles de miradas se posaron en el tremendo escote, envidia a ultranza de las mujeres –digamos– “planicies”. Por supuesto que incluyo a quienes no vieron el debate, pues las imágenes del deseo erótico de muchos hombres han circulado a diestra y siniestra.

 

A estas alturas, el entallado vestido blanco con la profunda abertura al frente, de la cual emergieron los protuberantes senos de la Playmate 2008 (por la redondez parecerían operados, aunque ya quisieran muchas comprarse unos así) ha dado la vuelta en todas las redes sociales una y mil veces. Aún más: ha sido motivo de preguntas a los aspirantes a la silla presidencial en entrevistas como las que hizo esta mañana Carmen Aristegui a Vázquez Mota, Gabriel Quadri y Andrés Manuel López Obrador.

 

Es tal el impacto que ha causado la modelo con su dibujado atuendo (hay que reconocerle que usó un color sin tendencia partidista), que ociosos del diseño en computadora ya “modificaron” el logotipo oficial del Instituto Federal Electoral haciéndolo parecer al simpático conejito que distingue la revista que a muchas madres les hace persignarse cuando la descubren en la recámara de sus hijos adolescentes.

 

También circula la imagen de la curvilínea fémina como nueva muñeca Barbie, en cuya caja rosa se lee “Edición Especial Debate 2012”, que supuestamente estaría a la venta a partir del 10 de junio, fecha programada para el próximo debate. Ni qué decir del fotomontaje del aspirante de Nueva Alianza manejando la ya conocida Combi de sus spots lanzándole un grito a Julia Orayen de “¿Cuento contigo?... La placa de la camioneta partidista es divina: “Paradas contínuas”.

 

¿Cómo unas “bubis” turgentes pueden causar tanta conmoción? Sí, los más rígidos en costumbres (no es albur), me dirán que no era el lugar idóneo para usar un vestido así y que debería haberse puesto un traje sastre negro, gris o azul marino, de esos de ejecutiva exitosa. Pero lo hecho, hecho está. La edecán decidió lucir, presumir, mostrar, enseñar, deleitar las pupilas masculinas. Ella misma mandó un twit eximiendo de cualquier responsabilidad al IFE que, por cierto, ya había aplicado la de Poncio Pilatos.

 

¿Cuánto durará la emoción del escote? Tal vez hasta conocer a quién elegirá el IFE para repartir los turnos en el próximo debate. No dudo que ahora escojan a un joven trajeado y encorbatado a rigor, para que no robe cámaras.

 

Julia podrá sentirse feliz por la polémica que generó en tan sólo 40 segundos de lucimiento. Me atrevo a decir que ella conoce todo tipo de miradas y le gustan sin distinción, porque la idea es provocar.

 

Miradas de agradable sorpresa, como la de Quadri (lo cacharon mirando los atributos de la joven); miradas de enormes deseos masculinos de abrazar (por decir lo menos) el voluptuoso cuerpo; miradas de enojo femenino porque parecía “teibolera”; miradas de admiración por el atrevimiento; miradas de indignación por tal desfachatez. Una cosa es cierta: la autoestima de la playmate a mil por ciento y todo por un escote electoral.