Como es sabido el Distrito Federal (DF) se encuentra en una contradicción jurídica que se nota en el mismo texto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Por un lado es la ciudad más poblada del país, con mayor necesidad de servicios, aunque con Gobierno propio también tiene atribuciones limitadas. Es el artículo 122 de la Carta Magna que le da forma al Estatuto de Gobierno del DF en contraparte del Artículo 115 que le da forma al municipio libre. El Distrito Federal no es un Estado de la Federación y por lo tanto está limitado en sus funciones.

 

Pero eso no le impide tener injerencia sobre espacios e infraestructura de la capital los cuales tienen un uso preponderantemente público, sin embargo en ocasiones esto no es así. A últimas fechas algunos lugares de la capital se han visto invadidos por diferentes actos o grupos de personas con una finalidad no muy clara. Ya que se entiende que por motivo de algunas fechas se abran espacios al comercio pero esto raya en la insolencia, así como en opacidad, ya que es evidente la renta de los espacios y al parecer no para beneficio de la Ciudad de México.

 

El día de hoy el Gobierno del DF sigue una estrategia que le permite sacar provecho de dichos espacios, para beneficio de unos pocos y perjuicio para la mayoría de los habitantes de la capital del país. Baste mencionar que el Zócalo de la Ciudad se ha visto copado por todo tipo de actos, en primera instancia los plantones ahí ubicados como el del SME (Sindicato Mexicano de Electricistas), pero lo más común son exposiciones, muestras, conciertos, encuentros, museos itinerantes y sobre todo las ferias montadas desde el gobierno central para disfrute de los capitalinos.

 

Así pasó en diciembre pasado cuando se monto la “feria del hielo” con innumerables juegos basados en atracciones donde la nieve es protagonista de la acción, así la pista, los toboganes y demás juegos montados la temporada navideña del año pasado. Este no es el problema sino la concesión de espacios públicos alrededor de dicha feria, entonces vimos como se montó un “pueblito” comercial alrededor de la plancha, se les permitió poner su vendimia a un costo por la renta del lugar pero lo peor: hasta el letrero de los baños fue comercializado al permitirle a la marca de papel higiénico “Charmín” poner su logotipo en él. Así también sobre el Paseo de la Reforma rentando espacios públicos para ganar del consumismo de los ciudadanos por la época. Ni hablar del carrusel monumental que se montó en la Plaza de la Solidaridad en las mismas épocas ocupando la cuarta parte correspondiente al su espacio.

 

No solo en el Zócalo se rentan espacios públicos para organizar “eventos” donde asiste la población en general con la clara intención de obtener ganancias (ingresos extraordinarios). Las Alamedas del Sur y la ubicada en el Centro Histórico son muestra de esta invasión: cientos de vendedores ambulantes ocupan pasillos, áreas verdes o de tránsito para ofertar sus productos bajo permiso de una cuota entregada algún líder pagando el derecho de piso sin menoscabo a momento de realizar eventos públicos en la zona. Así también las salidas de las estaciones del Metro invadidas de entrada a salida por puestos de vendimia ambulante que obstruyen el libre paso de las personas por el lugar.

 

También es digno de mencionar la concesión que se iba a hacer en la ex refinería ubicada en la delegación Azcapotzalco del DF donde se pensaba construir un estadio – arena para 15 mil personas para ser usufructuado por la compañía de entretenimiento Ocesa. Cabría decir que fue un lugar ganado por la ciudadanía desde el gobierno de Salinas de Gortari, pero nunca había sido abierto al público sino hasta hace muy pocos años donde se construyó un parque ecológico. En este año se prefirió abandonar la idea del estadio – arena ante la presión de los habitantes del lugar además de regresar el espacio a la Delegación que ya había sido invadido por el inicio de la construcción.

 

Estamos ante una renta de los espacios públicos con amparo en las leyes vigentes, pero la pregunta es: ¿quién se lleva las ganancias por los ingresos extraordinarios? Lo anterior es preocupante porque sabemos que a 5 meses después de esas entradas económicas exorbitantes a las arcas del Gobierno del DF, éste tiene una visible falta de liquidez de dinero en efectivo  

¿Dónde quedó la bolita?, muy fácil saberlo, en los ahorros presupuestales que se ocuparan en la campaña electoral presidencial que se acerca de manera muy veloz, esos dineros se complementaran con los ingresos extraordinarios por la renta de espacios públicos.

 

En esta misma situación de abusar de la población para engrosar el presupuesto de la campaña electoral caen la renovación de la tarjeta de circulación “con chip” y las multas fantasmas aparecidas justo después que la Suprema Corte declaró valido negar la verificación si había adeudo de multas de tránsito. De diez conocidos míos que tienen coche les pregunté si tenían problema con las multas, nueve de ellos después de verificar me contestaron que si les habían inventado multas. Uno de ellos asegura nunca haber estado en la esquina que menciona la multa por estar mal estacionado, otro me digo que en donde lo multaron no hay disco ni indicación de la prohibición de aparcarse. Ni hablar de la renovación de todas las tarjetas de circulación del DF, “nomás porque ahora ya son con chip”, esto implica millones de pesos en ingresos a las arcas de la ciudad que no tienen una situación transparente ante su gasto e inclusión en el presupuesto.

 

Si estamos ante una falta de liquidez del Gobierno del DF no queda otra más que preguntarse ¿dónde están todos esos ingresos extraordinarios?, ¿por qué seis meses después de la temporada navideña, durante la cual, bajo nuestros ojos, fue la razón de muchos ingresos extras? La insistencia es para señalar la construcción del famoso “cochinito” electoral que todos los gobernantes de México hacen con el presupuesto, además de incluir otras formas de generar recursos económicos que no ingresan al presupuesto pero basados en la infraestructura de la ciudad para obtenerlos, como se hace en el Distrito Federal. Por ello no hay dinero en las arcas del Gobierno, ya están en otras, en el presupuesto para organizar la campaña electoral siguiente.

 

Mientras no haya una claridad absoluta en el manejo del presupuesto de la Ciudad y que las autoridades electorales se hagan de la vista gorda, este robo hormiga abusando de los espacios públicos del DF no terminará nunca. Desde ahora comienzan a darse visos de fraude en las elecciones ya que todos los precandidatos, incluyendo AMLO, comienzan a gastar miles de pesos sin aclarar de donde han salido o cuanto se han gastado. Ya estuvo bien de tanto atraco social, al abusar de lo que a todos nos corresponde como ciudadanos: los espacios públicos.