Debo admitir que el primer sorprendido por el éxito que tuvo la recolección ciudadana de firmas para lograr una consulta que derive en el juicio a los expresidentes fui yo. No porque viera imposible que se juntaran casi dos millones de firmas, sino por la falta de tiempo y recursos.

Afortunadamente, ciudanos como Ariadna Bahena, Alina Duarte y Omar García, entre muchos otros, se organizaron, crearon un portal de internet (juicioexpresidentes.com) y convocaron (¡en plena pandemia!) a que con precauciones, se colocaran mesas de recepción de firmas en todo el país.

Hasta yo, como pude, apoyé con algunos pesos para fotocopias y otros materiales de los formatos. Y como yo, millones de personas se sumaron en todo el país y en el extranjero para firmar, recibir y foliar las firmas.

Del Reforma (que a estas alturas ya tiene menos credibilidad que el sitio cómico de la familia de SDP Noticias, el Deforma), solo podemos decir que el término “pasquín” le queda como anillo al dedo.

Las firmas no “brotaron” de la anda, como señaló el “inmundo” rotativo (y el abominable e inmundo difusor de fake news, el memero Javier Risco), se recolectaron y llegaron por paquetería (y hasta fueron entregadas en persona) de todos lados de la geografía mundial.

A Reforma y a otros medios tradicionales no les importó la recolección de firmas hasta que se juntó el mínimo para solicitar la consulta. No mandaron gente a cubrir a los ciudadanos que recolectaron firmas, no mandaron reporteros a cubrir las jornadas de sol a sol en Tepeji 14, en donde se organizaron y foliaron las signaturas. Tal parece que en este caso, "convenientemente" se les olvidó hacer su trabajo básico de periodismo. Por eso, el presidente lanzó en la mañanera el mensaje certero:

"Es lamentable que en ese periódico en ese pasquín le den tanta importancia a un asunto que deberíamos de reconocer de exaltar porque fue una hazaña de los ciudadanos conseguir en 10 días mas de 2 millones de firmas"<br>

Andrés Manuel López Obrador<br>

Fue una hazaña recolectar tantas firmas en tan corto tiempo. Y esto debe prender focos rojos entre los conservas y paleros de la autoproclamada (y casi uniformemente blanqueada) “sociedad civil”: el pueblo mexicano está organizado y politizado. Y contra esto, no hay poder económico, ni mediático, que valga.