En ciertos círculos sociales el “infeliz” no es el hombre que no ha logrado la felicidad, sino una persona malvada. “¡Cabrón, infeliz, ya déjame en paz!”, es una expresión usada para exigir a un delincuente —o simplemente a alguien perverso— que se abstenga de molestar, de robar, de golpear o inclusive de estar amenazando.

Raymundo Riva Palacio publicó ayer en El Financiero una columna titulada “Hoy somos más felices”. Quiso teorizar en contra de la propuesta del presidente AMLO de ya no usar el PIB como indicar de progreso de una sociedad, sino elaborar una medida estadística “que registre el desarrollo, e incorpore el bienestar y un nuevo parámetro, ‘la felicidad del pueblo’…”.

Con datos tomados de aquí y de allá, Riva Palacio pretendió demostrar que hoy los mexicanos somos más infelices que antes. Es decir, que nos sentimos menos contentos con la 4T de lo que nos sentíamos con los anteriores gobiernos del PRI y del PAN.

Más allá de una tragedia terrible que la humanidad no había conocido en cien años, la de la pandemia del coronavirus, la tesis de Riva Palacio no se sostiene simple y sencillamente porque la aprobación de Andrés Manuel López Obrador se mantiene muy elevada.

Ello es así porque —debemos admitirlo seamos de derecha o de izquierda, nos declaremos partidarios del neoliberalismo, de la economía social de mercado o del socialismo —, lo cierto es que si en algo no ha fallado Andrés Manuel es en entregar apoyos directos a la mayoría de los mexicanos, de las mexicanas que viven en pobreza.

Ellos y ellas están mejor que en cualquier otro periodo. Si eso hace infeliz a Raymundo Riva Palacio o a otros comentócratas, qué pena. No están contentos los enemigos de la 4T en los medios porque ganan bastante menos dinero que en el pasado. Son infelices en ese sentido. También son unos cabrones infelices que buscan destruir a todo un gobierno, es decir, al país entero. Hay que impedir que se se salgan con la suya.