Ahora fue Banxico. Así es. La catedral de las instituciones económicas en el país, quien en un gesto inusual de realismo dijo lo que es un secreto a voces entre los analistas.

Previó sin aspavientos que la economía puede caer 8.8% en 2020.

Amén de que su pronóstico es menor a la estimación de caída de un buen número de analistas –que prevén un desplome de alrededor de 10%, destaca el realismo - no fatalismo- de su informe trimestral de actividad económica difundido ayer.

Su descripción cruda de los desafíos – inéditos- a los que se enfrenta México, prefigura la baja más abrupta del PIB en la historia moderna, mayor aún a la de 1995.

En su diagnóstico, el Banco de México aludió a la recesión mundial que está golpeando al país, “la crisis económica global sin precedentes en las últimas décadas”, que ocasionó “también revisiones sin precedentes en las expectativas”, y anticipa una “fuerte contracción en la actividad productiva en el 2020”

Refirió el triple choque que enfrenta México golpeando el corazón de la actividad productiva.

El choque de oferta por los paros en las actividades que impactaron el funcionamiento de las cadenas de valor; el de demanda por la baja en las ventas internas y externas producto del confinamiento acentuado por los temores de contagio; y el choque financiero que provocó una depreciación del peso, detonó el gatillo de salida de capitales y degradó la reputación crediticia de la deuda soberana de México, y de PEMEX.

Impactos externos duros, que arrojaron a la crisis al país.

Pero no dijo sólo eso. Dejó entrever.

El reporte del Banco de México está salpicado de mensajes encriptados a la política económica del gobierno. Alusiones de reojo a las decisiones del nuevo gobierno en la esfera productiva, que están agudizando los duros impactos que llegaron de fuera.

Veamos.

 

LOS TRES ESCENARIOS

El Banco de México, en lo que es de facto una revisión a la baja de sus previsiones sobre la economía para el año, presenta tres escenarios para el 2020.

  EL OPTIMISTA (las clasificaciones son mías): La trayectoria de caída es tipo V, de recuperación pronta tras el impacto de este año. La economía mexicana cae 4.6% en 2020 pero se recupera rápidamente, con un crecimiento de 4% en 2021.

EL INTERMEDIO: Hay una V –más profunda- en el patrón de comportamiento de la actividad productiva. El PIB se desploma 8.8% en 2020 –cerca del doble que el escenario previo- y rebota 4.1% en 2021, terminando al final del tercer año de gobierno, con un nivel de actividad menor en 4.4 puntos de PIB con el que finalizó en 2019, cuando ya estuvo estancada. Ergo: A mitad de sexenio, la actividad productiva mostraría un decremento acumulado de poco más de 4 puntos, respecto a la situación previa a la pandemia.

EL PESIMISTA: Es la de mayor dolor. Y pareciera ser el más probable. La curva de la actividad productiva se dibuja en la forma de una U profunda. El PIB se hunde 8.3% en el 2020 –cinco décimas menos que en la visión previa para el este año- pero –OJO- sigue contrayéndose, prolongando el sufrimiento en el 2021: de 0.5%. Es la ruta más perniciosa. En el jugo de restas –siempre es perder/perder- con estancamiento de facto el primer año de gobierno, drástico desplome en el segundo (2020) y recesión moderada –pero aún en caída- en 2021, la economía - en la era de AMLO- se ubicaría a finales de su tercer año 8.9 puntos debajo de cómo empezó.

Visto de otro modo, en los tres primeros años de gobierno de la 4t –acumulado- habría una caída de casi 9% del PIB.

 

ALUSIONES ENTRE LÍNEAS

La lectura entre líneas del reporte trimestral de Banxico describe bastante bien la encrucijada de la economía mexicana.

Alude a los riesgos externos, fuera de control, pero también a los internos, hechos en casa, que están profundizando la caída derivada de la recesión global, secuela del COVID 19.

No se puede hacer nada –en efecto- si el confinamiento se prolonga y extiende la paralización de la actividad productiva.

Si hubiera un rebrote mundial del virus.

Si se diera una mayor volatilidad en el sistema financiero mundial, débil por la recesión global.

Pero Banxico dice sin decir.

En el entramado de la crisis inédita que golpea al país refiere factores domésticos –políticas de AMLO- que están debilitando aún más la actividad productiva.

Al buen entendedor pocas palabras.

Desnuda una debilidad intrínseca –estructural- de la política económica en la era de AMLO y la pandemia.

Que sólo está funcionando uno de los dos brazos para combatir la crisis: la política monetaria y cambiaria, prerrogativa del Banco Central.

El reporte de Banxico señala que las acciones de su ámbito, relativas a ampliación de liquidez, facilidades crediticias, y ordenamiento de los mercados de valores suman 800 mil millones.

Equivalen – en conjunto- a 3.3% del PIB.

La otra pata esta coja: la política fiscal, por la reticencia del gobierno a implementar un programa de rescate a la planta productiva, no hace su trabajo.

Entre líneas, pueden leerse los varios factores que están complicando el manejo de la economía, acentuando una caída que vino de fuera, por decisiones del gobierno federal.

Como la afectación a las cadenas de valor.

O los apoyos que no sean efectivos –o insuficientes para evitar quiebras o desempleo, uno de los nodos que hace disfuncional la política económica, léase, la negativa de AMLO a apoyar a las empresas y trabajadores desempleados.

O el riesgo –acentuado- de una mayor degradación en la deuda soberana de México –que ya ha recibido impactos-

O –en el mismo tema- que Pemex sufra degradaciones adicionales a la reputación crediticia, luego de que ya perdió el grado de inversión. Que se hunda más en el pantano.

Banxico reconoce lo que es del dominio público de los analistas: que la economía mexicana empezó a descomponerse desde antes del coronavirus, cuando alude – como riesgo- a “la persistencia de la debilidad” de la economía “que venía presentándose antes de la pandemia”.

“En particular”, sentencia Banxico al hablar de este riesgo que está exacerbando la crisis “que persista el ambiente de incertidumbre interna que ha afectado a la inversión y que ello ocasione que se difieran aún más los planes de inversión o que los consumidores reduzcan su gasto de manera precautoria”.

 

1.4 MILLONES DE EMPLEOS PERDIDOS

En una atmósfera salpicada de desafíos sin precedentes, el país perdería 1.4 millones de puestos de trabajo –se entiende- si el PIB –más probable- se hunde 8.8%.

Si la baja es de 10%, como prevé Bank Of América, el quebranto en hombres y mujeres a la calle, sin trabajo, agregaría otros cientos de miles.

En suma, visualizado a la luz, del impacto en desocupación, o en mexicanos que en condiciones tan difíciles se sumarán a la pobreza -9 millones según el CONEVAL y 10 de acuerdo a Bancomer- el reporte de Banxico es demoledor.

Por dos razones más, bajo este enfoque del costo en letalidad de empleos.

Primero, no cuenta quienes dejarán de laborar en el mercado informal, sustento de decenas de miles de personas.

Y mucho menos, se crean los empleos que el país necesita generar en condiciones normales, estimado por lo menos en 1.5 millones.

Todo esto, se desprende de la visión de Banxico.