Es un conflicto más, innecesario.

¿Hacía falta orillar a un enfrentamiento con los empresarios?

Ya hay dos frentes de batalla enormes en el país como para exacerbar la polarización - tan dañina- más aún en tiempos de crisis

El primero, el del coronavirus.

Y, el segundo, el de la economía.

¿Por qué tensar la cuerda con los empresarios, tan necesarios ahora, para enfrentar la enorme crisis económica que se avecina?

Porque el gobierno no genera riqueza, salvo en áreas contadas, como Pemex, ahora contra la pared.

Mientras los empresarios - grandes, pequeños y micro- sí, y la inmensa mayoría del empleo.

Como dice Margaret Thatcher en una frase que ha circulado en redes sociales en los últimos días: “No olvidemos nunca esta verdad fundamental: el estado no tiene más dinero que el dinero que las personas ganan por sí mismos y para sí mismas. Si el estado quiere gastar más dinero, sólo puede hacerlo endeudando tus ahorros o aumentando tus impuestos. No es correcto pensar que alguien lo pagará. Ese “alguien” eres tú. No hay dinero público. Solo dinero de los contribuyentes”.

Los grandes empresarios se vieron orillados a estirar la liga. A tensarla, y ubicarla en punto de rompimiento.

Como dijo Carlos Salazar, no fueron escuchados.

El gobierno se negó a escuchar las advertencias de los empresarios de implementar con urgencia un programa de apoyo a trabajadores y empresas – algo que están haciendo todos los países del mundo sin distingos de la ideología- para evitar una caída en la economía hasta de un 10% en el 2020, y perder 1.5 millones de puesto de trabajo.

Eso pasará. JP Morgan previó un desplome de 7%, y Bank of América, de 8%, antes del pronunciamiento del domingo que dejó claro que no habrá ningún programa de emergencia económico.

Desoyeron las propuestas de los empresarios, de aplicar apoyos temporales a la planta productiva – no condonación de impuestos, ni rescate de empresas, y mucho menos socializar pérdidas-. Las consecuencias están a la vista. Hoy, la secretaria del Trabajo reconoció que en tres semanas se perdieron 350 mil empleos, los mismos que se crearon el año pasado cuando la economía estuvo estancada.

Y el tsunami de la crisis económica apenas empieza.

Rechazaron, también, las propuestas de los grupos empresariales – recomendadas por expertos y aplicadas por gobiernos de todo el mundo- de elevar en forma prudente la deuda y el gasto público, a fin de aplicar un plan anticíclico que está siendo la norma para todos los países ante la magnitud del problema. Tal negativa sin duda, agudizará la crisis.

No se trata de defender a los grandes empresarios, sino de dimensionar lo que representan: vehículos para generar riqueza que detona empleo. O, como ahora, resortes para atemperar la severa tormenta económica.

Peor aún, el propio gobierno sufrirá las consecuencias de este error de política pública, que, como lo comenté aquí mismo, advirtiendo de la posible negativa de un programa de emergencia económica (lo cual finalmente pasó) sería equivalente al error de diciembre de 1994, que detonó la profunda crisis de 1995. Será conocido por los futuros historiadores, como el error de abril de 2020.

Lo peor del caso es que el propio gobierno sufrirá las consecuencias de este yerro.

No tendrá el dinero suficiente para sus programas sociales. Con la economía en caída sería muy difícil aumentar la recaudación. Crecerá la inseguridad. Aumentará el riesgo de conflictos sociales.

De modo, que, como dice Federico Arreola el gobierno de López Obrador, al rechazar propuestas sensatas de la clase empresarial, fue rebasado por la derecha. Y, si no rectifica, para el mes de mayo la crisis será de espanto.

Es una lástima que los protagonistas claves en esta hora difícil para el país no tengan las armas necesarias.

Lo doctores, sin los insumos suficientes para combatir la pandemia de salud, de la que vemos apenas el inicio.

Y las fuerzas productivas, representadas por los empresarios, sin un plan para atenuar la crisis e impedir los inevitable despidos y quiebras.

Así que no, no era necesario un conflicto más en tiempos donde se requiere la unión de todos los actores sociales.