Después de varios días de tres o cuatro horas de bicicleta en Londres he llegado a la conclusión de que los conductores londinenses son personas sensacionales, tienen un gran respeto por los peatones y por los ciclistas; refiriéndome al ciclismo urbano diré que los londinenses

HACEN DEL DEFECTO UNA VIRTUD

Me explico. Londres dista mucho de tener una infraestructura ciclista como la de Berlín u otras ciudades alemanas, apenas hay carriles para las bicicletas, más bien los ciclistas comparten un carril con los camiones y éstos con los vehículos de todo tipo. De hecho, los ciclistas pueden circular en caso de necesidad, es decir, de ser obstaculizados por otros vehículos, por cualquier carril y nadie, nadie, se les echa encima. Los ciclistas toman cualquier carril si el más cercano a la banqueta está obstaculizado y nadie, nadie, les quiere ?ganar", todos los automovilistas los dejan cambiar de carril y pasar: saben que lo hacen por necesidad y que es por un tiempo muy breve. Tan pronto como pueden los ciclistas vuelven al carril más cercano a la banqueta y a circular muy cercanamente a la fila india. Lo que en principio parece caótico - a mis colegas gringos los sorprende -, tiene una lógica y una funcionalidad que simplemente definen otro orden, un orden que no es de la simple rayita de un carril, sino el de lo práctico, de lo que sirve, de la sensatez - y del proverbial sentido común inglés -.

Ayer y hoy circulé por calles muy transitadas, en la hora pico, los vehículos motores apenas avanzan pero dejan a los ciclistas meterse por donde necesitan. Pareciera que existe la conciencia de que cada ciclista es un auto menos y que, por tanto, contribuye a que ese pesado tráfico sea un poco menos pesado, pareciera que además los conductores tienen la conciencia de que cada ciclista es una carga ecológica que desaparece, y así tratan a los ciclistas, con todo respeto. Nadie los molesta, nadie se les echa encima, nadie les quiere ganar, nadie quiere que forzosamente - como harían los alemanes - respeten uno u otro carril. Están muy atentos, muchísimo, a la posibilidad de que un ciclista invada el carril por donde ellos, automovilistas, van. En horas y horas, en estos, días, no he escuchado a ningún automovilista, a ninguno, darle un bocinazo, ni unos solo, a un ciclista - ni a nadie -.

Londres tiene el defecto de no tener una infraestructura para bicicletas como la berlinesa, digamos, pero eso que en principio generaría problemas no los genera porque los conductores dan todas las facilidades a los ciclistas: saben que mientras más circulen, menos pesado será el tráfico vehicular y por eso, parece, los respetan.

En resumidas cuentas, LOS LONDINENSES HACEN DE UN DEFECTO DE LONDRES UNA VIRTUD.

Admirable. Por supuesto, tiene que ver con el pragmatismo propio de los anglosajones, muy, pero muy alejado del principismo y la rigidez de orden dogmático - de campo de exterminio inexorable - de los alemanes. Ciertamente, se trata de otro carácter nacional que el germano? y no se diga del agandalle, la imprudencia y el ridículo machismo mexicano que lleva al automovilista a pensar que si un ciclista se adelanta se le va a caer el pene y, por lo tanto, prefiere aventarle el carro o por lo menos cerrársele y deshacerle los tímpanos a bocinazos. Cosas de carácter nacional. Admirables los ingleses, obtusos los alemanes e imbéciles a morir los mexicanos.

Alberto J. L. Carrillo Canán