Para las Maestras y los Maestros, de ayer y hoy

Pienso que ser docente es mucho más que “dar clase”, porque esta vocación no consiste en recrear al “proveedor”; ni al estudiante sólo le corresponde el papel de “recibir” porque no es ningún “cliente”. No, lo significativo de esta relación educativa va más allá de esa simplificación: Ser docente es generar actos humanos para compartir, intercambiar, sugerir experiencias, abrir saberes, fomentar inquietudes, despertar retos, inspirar curiosidades y reconocer incertidumbres. Provocar desafíos, formular preguntas, aventurar hipótesis, animar innovaciones, realizar observaciones oportunas, así como lanzar críticas, con información y argumentos.

Esta noble vocación de ser Maestra o Maestro, es algo más que una profesión: Es una actitud ante la vida; es ser humilde y predicar con el ejemplo. Es resaltar y ejercer el compañerismo, la fraternidad. Es construir democracia en ese pedacito de patria que es el aula, la escuela, el plantel. Ser docente es compromiso, encausamiento, razón y sensación. Es imaginar, planificar y poner en acción; caminar a un lado de las y los estudiantes. Usar camisas arremangadas, ponerse el overol o la bata. Es formar la personalidad; constituir al ser humano. Por eso digo que lo educativo va más alla de los aprendizajes.

Ser docente es aceptar las reglas del juego y sugerir cambios. Reconocer la derrota en el juego limpio. Ser docente es acción para contradecir y proponer; es acto de disidencia y de congruencia. Revolucionar las conciencias y dialogar con las utopías. Leer en voz alta y actuar junto con los personajes. Es escribir todos los días y a todas horas.

“¿Qué dijo Profe.?”

Que ser docente es vivir con poemas, cuentos, relatos cortos y novelas; actuar una película con improvisaciones y guiones nunca escritos. Escuchar una canción y entonar melodías; bailar, aunque sea sin ritmo. Es tomar el gis para trazar un círculo y preguntar qué es Pi. Es participar y formar parte de la sociedad de los y las poetas no existentes, de los trascendentes, los eternos. Es luchar por la cultura, la sensibilidad humana, el sentido crítico y contra las injusticias. Hablar y hacer demostraciones o desafíos de ciencia. Es enseñar a preguntar. Ponerse las pilas para estar temprano al día siguiente. Es la subjetividad andante, que sabe identificar a su opuesta, la “objetividad”, que se convierte, a veces, en camisa de fuerza.

Escuela libre de exámenes…

Me quedo con la idea de que ser docente, en un futuro cercano, será vivir en sintonía con el derecho a cuestionar, a moderar, a opinar, a reflexionar, a disentir, a defender y enseñar a defender los propios derechos (laborales o no), y a construir consensos. Para ser profesor o profesora se requerirá saber, pero también reconocer que no se sabe todo... Para ejercer un saber flexible, no arbitrario: Saber escuchar, saber comprender, saber participar, serán requisitos necesarios para realizar el trabajo en el aula.  Ser perseverante y no perder la paciencia… construir, junto con las y los estudiantes, identidades, solidaridades, oportunidades, preocupaciones sociales, empatías y fraternidades. Será valorar el respeto hacia los demás y a sí mismo; valorar la voluntad, la diversidad, la inclusión, el cuidado del medio ambiente y de uno mismo; será reivindicar la equidad y el reconocimiento del otro; ponderar las diferencias. Y luchar contra las desigualdades. Preservar tradiciones sin dejar de poner la mirada en la innovación.

La vocación de la docencia implica no creer a la primera. Es imaginar, aceptar el error, ser necio o necia con las ideas, pero respetuoso o respetuosa con las personas. Conducirse con naturalidad, respeto, tolerancia. Tener actitud de convergencia y de divergencia cuando ella es necesaria. Estar en permanente búsqueda creativa; tener sentido de oportunidad. Significa ser receptivo, práctico, analítico y propositivo. Ser docente será, algún día no muy lejano y de la mano con la utopía, una figura educativa clave en las escuelas libres de exámenes, cuando éstos pierdan sentido.

A mis queridas Maestras y Maestros que me mostraron el camino de la convivencia sana, la igualdad, la paz, la honradez, la responsabilidad y el ejercicio del libre pensamiento; y que, sobre todo, me enseñaron a resignificar, a interpretar los saberes y a indagar, a escarbar en las rupturas teóricas más que en las “concepciones o explicaciones estables o lineales”. A ellas y ellos mi afecto y reconocimiento. Por eso, hoy y siempre, les digo a las y los queridos Maestros y Maestras: Gracias y salud !!!