Con la tablet en la mano y un pie en el suelo empujando para mecer mi hamaca, leí un artículo de Leo Zuckermann publicado en Excélsior que, a través del whatsapp, me envió un amigo muy cercano. En dicho artículo el escritor denosta de manera por demás hiriente y falta de respeto, al Presidente de México por sus declaraciones relacionadas con los conceptos de crecimiento y desarrollo económico. Escribe que los Presidentes suelen inventar disparates para justificar alguna cosa que no haya dado el resultado que buscaban y se sigue de filo con aquellos que opinan sobre el tema y que de alguna manera coinciden con el “disparate” del Presidente. Asegura algo más, que tal "disparate" es una mentira y que extendida y repetida por los que le siguen el juego, puede volverse una "verdad" con graves consecuencias para el país. El también comentarista por televisión, sustentó su argumento con el burdo chiste del Presidente que pregunta la hora y uno de sus colaboradores, lambiscón sin duda, le contesta: la que usted ordene, señor Presidente. ¿Acaso no es un disparate rebatir una declaración pública presidencial con argumentos chistosos, sarcásticos y burlones? ¿Qué pretende que le festejen, su aclaración fina, respetuosa y documentada o su forma “graciosa”, chacotera e irreverente de enmendar la plana al Ejecutivo? Son preguntas.

El suscrito no cuestiona el punto de vista del intelectual y académico Zuckermann, si no la forma de rebatir las declaraciones presidenciales. Aclaro que lo cité a él de manera circunstancial para ejemplificar lo que varios otros críticos están haciendo. Críticos que tienen el poder extraordinario de influir, orientar y hasta normar el criterio de los ciudadanos. Sin embargo, al emplear ese poder de manera confrontativa, distraen el objetivo fundamental de la crítica que es aportar ideas que mejoren las cosas y no acciones que se tomen como provocaciones y ofensas para los que apoyan ideas opuestas y, en vez de mejorar, se empeoren. Varios de estos críticos influyentes en el ánimo público, presumen, palabra que se ha puesto de moda, de ser defensores de un sistema democrático pero, con una actitud de choque, de tensar las relaciones ciudadanas con el gobierno, más bien parece que buscan poner obstáculos a la democracia. Divide y vencerás.

Nadie ha dicho que un sistema democrático se desarrolle en un ambiente de amor y paz como se aprecia en la pintura de su tocayo Leo, la Última Cena, pero a estas alturas de nuestra "civilización", creo que la crítica debe ascender a la altura que corresponde y que los líderes de opinión, sean del signo que sean, partido, tendencia, preferencia de género, religión, etc., deben exponer y difundir sus ideas, credos, objeciones y cualquier tema de interés particular o público, con respeto, profesionalismo, neutralidad en su caso, y apuntar a la esencia de los hechos y no de las personas ni de su particular estilo. Creo que ayudarán mucho y educarán más, a quienes vivimos en una párvula democracia y que los leemos y escuchamos con atención y, aunque no exista una relación personal, hasta con afecto. En fin, sueños guajiros.

Rendijas

Educar criticando y criticar educando. Democracia y Respeto deben ser sinónimos.

Socavar el respeto a la investidura presidencial debilita la democracia.

En democracia todos deben sumarse al electo para el cargo y nadie debe renunciar a la crítica.

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