La resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no tarda en darse a conocer. Todo indica que se validará la elección presidencial y se emitirá la declaratoria de presidente electo a favor del priista Enrique Peña Nieto; esto último materializaría la derrota definitiva de la coalición Movimiento Progresista, que postuló a Andrés Manuel López Obrador como candidato a la Presidencia de la República.

 

Conscientes de su inminente fracaso electoral y ajenos a la responsabilidad política, los dirigentes de los partidos que conforman la izquierda electoral en el país amagaron con “estallido social” en caso de que el TEPJF no anulara la Presidencial. Amenaza que resultó para la opinión pública un auténtico dislate con connotaciones tanto chuscas como desvariadas; ya que el retorno del Revolucionario Institucional, aunque sí genera entre muchos desconfianza y miedo, dista mucho de antojarse como un suceso que pudiese germinar una insurgencia o revolución.

 

Por otro lado, la sospecha de que AMLO y sus partidarios desconocerán, por segunda vez consecutiva, el fallo del Trife y la investidura presidencial, cristaliza una presa fácil para la bestia depredadora que representa a los eternamente detractores del lopezobradorismo. Y una tormenta de escarnio podría golpear severamente al tabasqueño y al movimiento que encabeza, debilitándolo y buscando aniquilarlo políticamente para apartarlo como oposición del próximo gobierno priista.

 

Dicho esto, si la izquierda se conduce institucionalmente, desmentiría a sus calumniadores y podría reivindicarse ante el electorado en general; para ir trazando un camino que pudiese conducirla hacia importantes victorias electorales en el futuro, sobre todo la Presidencia en 2018. Presidenciables le sobran; que ahora no sea sensatez política lo que le falte.

 

A crear conciencia.