Leo en la página de internet del Financial Times, este jueves, que Brasil merece su inicial (una “B”, es decir, un ocho de calificación, aceptable sin duda, pero no la excelencia) en el acrónimo de los Brics no solo porque perdió la final de futbol de los Juegos Olímpicos contra México, sino también, y sobre todo, por su desempeño económico.

El crecimiento actual de Brasil, de menos de un dos por ciento anual, es una “B”. Está lejos de la “A” (es decir, del 10) de hace apenas un par de años, cuando la economía brasileña crecía al 7.5%.

Intentando volver a sacar la calificación máxima, la “A”, este miércoles en Brasil se anunció un paquete de estímulos de alrededor de 50 mil millones de dólares que se enfocará en la inversión, en la que participará muy activamente el sector privado. Esto hace una diferencia con paquetes previos que habían apostado por el consumo para acelerar el crecimiento. Una diferencia importante porque el consumo ya dio todo lo que tenía que dar en Brasil.

Para que los estímulos realmente pongan a Brasil en una ruta de mayor crecimiento, concluye su nota el diario británico, harán falta todavía más reformas estructurales.

¿Reformas estructurales? Las mismas, tan comentadas, que no hay modo de lograr en México. Y que si se dan en nuestro país harán que las inversiones lleguen. Con las reformas, México se puede convertir en el paraíso de la inversión. Y, con ello, volveremos a derrotar a Brasil. Sin las reformas, mostraremos el nivel de ayer en el juego amistoso en el Estadio Azteca en el que, ni hablar, el Chicharito se vio fuera de forma.

El héroe actual del futbol mexicano es Oribe Peralta, apodado “El Cepillo” por los bien portados locutores de Televisa, pero conocido por el mote de “El Horrible” en las redes sociales.

¿Cepillo? ¿Horrible? Así le dicen en buena medida por su corte de pelo. Así quedará Peña Nieto, muy despeinado, si en serio “se la rifa”, por usar la expresión con que felicitó a los legisladores electos del PRI, buscando las reformas estructurales que los actores políticos de los otros partidos no van a regalarle para su lucimiento.

En la final del futbol de los Juegos Olímpicos el rival fue Brasil, y se le derrotó. En la disputa por las inversiones que van y vienen en el sistema económico global, Brasil vuelve a ser el adversario a vencer. No será fácil, pero también podemos resultar triunfadores. Ojalá los políticos se pongan las pilas.