Samuel García llegó a la diputación local del Congreso de Nuevo León no por el voto ciudadano directo sino por un repechaje. Ahora quiere ser senador por Movimiento Ciudadano, mismo partido que, encabezado por el ex secretario de Estado y ex gobernador Fernando Elizondo Barragán, se alió con Jaime Rodríguez Calderón para llevar a éste a la gubernatura. Los chapulines se juntan, aunque ahora se reconozcan distantes.
Muy pronto Samuel demostró sus dotes de plagiador en sus iniciativas, pero también su gusto por las empresas fantasmas. Ya en marzo de 2016 Reporte Índigo señalaba:
“Contratación de empresas ‘fantasmas’, plagio de documentos, una asesora con antecedentes de fraude y la salida de Alan García, su coordinador de asesores, ha pegado en este partido.
“Reporte Indigo reveló que el grupo legislativo de Movimiento Ciudadano pagó a la empresa ‘fantasma’ Solarhic S de RL de CV, con domicilio fiscal en una ‘minicasita’ en el municipio de Juárez. Los pagos, según los documentos en poder de este medio, son por servicios de asesoría en redes sociales y elaboración de videos y han sido autorizados por (Samuel) García, coordinador de la bancada de MC, quien se presenta como un legislador ciudadano y ha basado su discurso en denunciar la corrupción”.
Samuel le pregunta a los electores del estado: “¿Viejo León o Nuevo León?”, queriendo contrastar su juventud con las añejas prácticas de la clase política. El problema para García es que “la juventud” ya gobernó en Nuevo León a través del joven Rodrigo Medina de la Cruz quien resultó más corrupto que los viejos priistas. La juventud no es garantía de nada. Samuel, como Rodrigo, ha demostrado que igual se puede robar, que igual puede hacer uso indebido de los recursos públicos.
En un mensaje electoral afirma: “Ahora sí nos vas a conocer”. En Nuevo León ya lo conocen a través de sus juergas ventiladas en las redes sociales y su desnudo de cuerpo entero en alguna playa. García se pregunta cuál es el valor periodístico de que El Norte subiera como nota su borrachera. Samuel desconoce lo que es el periodismo. Nunca leyó a Julio Scherer.
Scherer (Estos años, Editorial Océano) aseguró: “Apenas hay refugio en las alturas... Un político no tiene vida privada, una estrella del espectáculo, tampoco. No hay celebridad que pueda moverse con la ilusión del ejercicio tranquilo de su libertad.
“Me parece que hay alevosía en el periodismo que fotografió desnudas a Jacqueline Kennedy y a la princesa Diana”, escribe Scherer, “pero ése también es nuestro oficio”.
“Si una mujer como Jacqueline, que dictó la moda a la élite de la mitad del mundo, quiere broncearse en el jardín de su casa, que se tienda en bikini o se atenga al riesgo de la fotografía a gran distancia”.
Chapulín de tiempo completo, los nuevoleoneses ya lo conocen. Si le quedó grande su curul en el Congreso local, ¿cómo pretender un escaño en el Senado?