En 1637 fue presentado, como prólogo a tres ensayos científicos, el famoso ?Discurso del método? de la autoría del filósofo y matemático francés, René Descartes. En dicho discurso, Descartes proponía para todas las ciencias y disciplinas una duda metódica, consistente en descomponer los problemas complejos en partes gradualmente más sencillas hasta encontrar sus elementos básicos y con ello, presentarlos de un modo evidente, hacer notar lo simple de las ideas, y a partir de ellas reconstruir todo el complejo problema, exigiendo para cada etapa una evidencia de éstas.

Este principio lo halló Descartes en la existencia de su propia conciencia que dudaba, con su famosa formulación «pienso, luego existo», siendo más precisa por su contexto original la traducción «pienso, por lo tanto existo».

Hoy en día, nuestro país se encuentra en medio de un singular proceso electoral, a casi cuatro siglos de distancia, retomo el método cartesiano y me atrevo a hacer una adaptación a la formulación de Descartes para enfocarla en la materia electoral: «voto, por lo tanto exijo».

El asistir o no a las casillas electorales a emitir el sufragio, para muchos es un asunto simple y sin mayor complicación, hay quienes organizan su día en torno a esta obligación cívica, la hora del almuerzo o la ida al cine dependen de qué tanta gente esté formada en la fila para votar, este grupo está convencido de su responsabilidad; para otros, depende incluso en muchas ocasiones, de no tener algún otro compromiso de índole familiar o social, si las circunstancias y a veces hasta el clima se los permite, asistirán a emitir su sufragio, lo mismo les da hacerlo o no hacerlo; pero hay otro grupo, desde mi particular punto de vista, un grupo un tanto extremista, influenciado por intereses ajenos y muchas veces también como consecuencia, -en la mayoría de los casos-, de hechos y tragedias sociales por demás lamentables, los integrantes de este grupo alzan sus voces en diferentes partes de la geografía nacional en medio de marchas, mítines y protestas, demandando justicia y legalidad entre otras cosas, pero llama la atención que esas mismas voces en un cambio de discurso y pareciera que también de objetivos hacen un llamando a no votar.

Haciendo el ejercicio ?cartesiano? podemos decir que la complejidad del problema radica en la importancia que las y los ciudadanos le dan al hecho de votar; para desmembrar esta situación veamos cada uno de los componentes que intervienen, empezando por resaltar a que le llamamos ?ciudadanos?; de acuerdo al Artículo 34 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos son ciudadanos de la República los varones y mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, hayan cumplido 18 años y tengan además un modo honesto de vivir.

Una vez cumpliendo con estos requisitos, los ciudadanos deben tramitar ante el Registro Federal de Electores su alta en el Padrón Electoral y al recoger su credencial para votar formarán parte de la Lista Nominal; así pues, tenemos ya el primer elemento de la ecuación; el universo real de quienes tienen el derecho y la obligación de emitir y depositar en las urnas, de manera libre y secreta su voto.

Una fracción de este gran universo lo forman aquellos a los que podemos llamar ?votantes seguros? conformado por todos los integrantes, militantes y agremiados de los diferentes partidos políticos, también conocido como ?voto duro?, es podríamos decir, la base con la que cada partido arranca cada proceso electoral; el complemento de este grupo de votantes seguros lo integran todos aquellos ciudadanos convencidos de la importancia que tiene la participación ciudadana, no pertenecen a ningún partido, unas elecciones votan por uno, en otras cambian de parecer y votan un partido diferente al que lo hicieron la vez anterior, algunos hacen votos diferenciados, es decir, para diputados federales votan por un partido, por el legislativo local lo hacen por otro y para ayuntamientos votan por uno de los anteriores o por un tercero, a partir de esta elección tienen la opción en algunos distritos o municipios incluso, de votar por algún candidato independiente.

Tratando de ser lo más objetivo posible, no entiendo ni comprendo los llamados a no votar; no encuentro razón ni fundamento alguno que justifique renunciar a una libertad, a una prerrogativa de la cual somos titulares, el no votar implica dejar en manos de otros lo que debemos hacer por nosotros mismos, votar es una decisión que debe ser razonada, analizada y concretada.

La historia de las elecciones en México forzosamente nos da cuenta que el no votar o abstencionismo ha sido utilizado como una forma de manifestación por la inconformidad de la sociedad hacia sus políticos, es sin duda, síntoma de un progresivo desencanto con la manera de entender la democracia como forma de gobierno.

El no votar ha sido una forma válida pero riesgosa de expresar inconformidad con la clase política, es una expresión de la apatía social, misma que puede llegar a transformarse en auto marginación del sistema; incluso, en algún tiempo existieron propuestas de modificar las normas electorales a fin de hacer una promoción para que la participación ciudadana fuera más efectiva, tratando de modificar la percepción de lo que el voto significa, incluso se pretendía la aplicación de medidas que asignaran consecuencias punitivas a quien se abstuviera de votar en algún proceso electoral determinado, pero que puede ser más punitivo en una democracia para quien tiene la obligación y el derecho de no votar que el auto flagelo de no ejercer el privilegio de participar emitiendo sufragio alguno.

Teniendo por separado los elementos del problema inicial, vemos que no hay razón justificada para no votar, es importante analizar que la mejor forma o herramienta que tenemos los ciudadanos para de verdad interceder en el quehacer público, cambiar la actitud de aquellos que ostentan el cargo o hasta poner fin a todo aquello de lo que nos quejamos y que muchos usan de bandera en sus marchas y lamentablemente hasta en sus desmanes, es votando.

Pasadas las elecciones y sin importar quién gane, ya sea el candidato o el partido por el que votamos o no, todos aquellos que participamos en la fiesta de la democracia emitiendo y depositando en las urnas nuestro sufragio, tenemos nuevamente la dualidad del derecho y la obligación, solo que, ahora, debemos usarlos para exigir a quienes están en los cargos públicos desarrollen sus funciones con capacidad y tenacidad, debemos recordarles que gracias al voto de los ciudadanos están donde están, pero por favor, seamos congruentes, para tener calidad moral y exigir debemos primero participar de manera activa y ordenada votando en las elecciones, y por supuesto que si nuestro voto es razonado con base en la información y análisis que hagamos en la época de campañas de las diferentes opciones políticas y trayectorias de los candidatos, obviamente será un voto con mucho valor para quien lo haga.

Voto, por lo tanto exijo, es una invitación para todos aquellos que tenemos la sana costumbre de votar a que preguntemos y nos cuestionemos, si tenemos oportunidad encaremos a los candidatos y exijamos más que los ?qué? los ?cómo?, exijamos que nos aclaren todas nuestras dudas, es el momento en el que ellos vienen a nosotros, la visita a nuestra colonia o a la puerta de nuestro negocio o casa es solo porque somos dueños de algo que a ellos, en este momento, les interesa: nuestro voto.

Voto, por lo tanto exijo, es una advertencia y una sentencia a todos los que como candidatos ofrecieron hacer bien las cosas, exijamos que cumplan, démosle seguimiento a su gestión, hagamos público lo incumplido, los políticos están ávidos del reconocimiento y le temen al escándalo, otorguémosles lo que se merecen, que se den cuenta que los estamos observando.

Voto, por lo tanto exijo, es un reto a los extremistas e inconformes que nunca hacen nada y solo esperan la oportunidad de levantar la mano para decir no a todo, es un reto para todos aquellos que gritan, tiran la piedra y esconden la cara; es un reto a que levanten la voz depositando su voto en las urnas, levanten su voz sabiendo el valor de su voto, que sepan los funcionarios públicos que dentro de tres años, cuando busquen la reelección, ellos o su partido político propondrán, pero quien dispone es el ciudadano.

Y tú, ¿tienes los elementos y la congruencia para decir Voto, por lo tanto exijo?

 

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