Aristóteles decía desde su sabiduría griega: “Ciertamente la ciudad aspira a componerse de elementos iguales y semejantes tanto como sea posible. Ahora bien, la clase media, más que otra alguna tiene esta composición por lo cual la ciudad fundada en dicha clase será la mejor organizada…”.

Coincido con el filósofo sobre la virtud de la clase media pues son los ciudadanos pertenecientes a ella quienes dan una base sólida a la sociedad: maestros, médicos, ingenieros, abogados, comerciantes, empresarios de pequeños y medianos negocios, servidores públicos, periodistas y técnicos en resumen, profesionistas y trabajadores.

Tenemos la encomienda de hacer realidad las estrategias de los dueños de las empresas o los altos funcionarios de Gobierno, conocemos la pobreza de primera línea porque no vivimos aislados en exclusivas zonas residenciales, hacemos muchas obras filantrópicas, no damos enormes cheques deducibles de impuestos si no damos de nuestros propios ingresos. De ahí que deberíamos ser la mayoría de la población, pero ¿Esto se cumple?

Para darnos una idea de la magnitud de las clases sociales en México recurrimos a los datos oficiales del INEGI: al término de la primera década del siglo XXI muestra que el 39.2% de la población total del país son de clase media (44 millones), mientras que la clase alta es el 1.7% y los pobres son el 59.1%.

Sin embargo, un estudio de la Universidad Iberoamericana en colaboración con Konrad Adenauer Stiftung contradice las cifras “alegres del Gobierno”: La pobreza es 2.3 veces mayor que la clase media; en otros países del mundo el tamaño de las clases medias son entre el 60 y 80% de la población, en México es tan sólo del 27%.

En las calles vemos cada vez más protestas por mejores condiciones laborales de sectores importantes como el de salud y educación incluyendo a los estudiantes, y son voces que deben ser escuchadas pues históricamente los grandes movimientos sociales han sucedido cuando las clases medias de la mano de la gente que padece pobreza reclama un país para todos.

Estamos viviendo un momento decisivo en la política nacional y son los partidos políticos los responsables de encabezar las causas sociales, ¿Cómo es posible que México pertenece al G20 por su nivel de riqueza y al mismo tiempo ocupe el primer lugar de desigualdad de la OCDE?

He aquí tres factores que están atentando contra la clase media incluyendo por supuesto a los pobres: baja calidad educativa, estamos reprobados en comprensión lectora y habilidades matemáticas según pruebas internacionales.

Segundo punto, somos analfabetas financieros, más allá del ahorro desconocemos como funciona realmente el sistema económico y existen barreras de entrada para participar del mercado bursátil, paradójicamente mantenemos al sector bancario pues debemos a la tarjeta de crédito, la televisión, la casa, el celular, la escuela etc.

Tercer punto, estamos siendo explotados, somos los trabajadores que más horas laboran de los países de la OCDE pero al final los menos productivos, esta cultura empresarial arcaica y abusiva junto con salarios mediocres y la carga de impuestos  tienen al borde de la extinción a la clase media.

Pero no desapareceremos sin dar la batalla de la razón, ni la lucha social, por el contrario, podemos reformar desde su interior a las instituciones públicas y privadas porque somos buenos ciudadanos que haremos una nación más justa, no es cuestión de colores o ideologías, es cuestión de amor a México.