Nada raro, el tema del día es otra vez el maltrato animal. Cuando empecé el periplo en mi control remoto tres noticieros coincidían. En el primero se exhibían los videos de los empleados maltratadores a un perro muy pequeño, parecido a un chihuahueño. En el segundo le hacían una entrevista al dueño de la empresa de marras. Y en el tercero el Congreso del Estado de Hidalgo atendía el problema. No están muy acreditadas las teorías de las conspiraciones, por eso me reservo cualquier tipo de sospechosismo sobre la fabricación de noticias o cortinas de humo que tanta falta le hacen en este momento a la clase política. Lo que sí es claro es que noticieros y políticos de todas calañas encuentran la oportunidad de llamar la atención y llevar agua a su molino, con un hecho en el que todos coinciden: combatir el maltrato animal. Hay consenso.

En efecto, nadie puede estar a favor del maltrato animal, no puede ser esto una demanda o bandera que levante una persona que se encuentre en pleno uso de sus facultades mentales. El maltrato animal no puede ser consigna de nadie, ni de persona ni de organización. El problema existe y no hay nadie que defienda su existencia. Tanto gobierno como sociedad combaten este problema y es un hecho que cada vez se legisla y actúa más en su solución. Nadie políticamente correcto puede ponerse en contra, no nos extrañe entonces que exista un campo fértil para la oportunidad política y el negocio, en este caso, mediático.

Pero bien vale la pena llamar la atención sobre la reacción de los ciudadanos que en multitudes acude a protestar al lugar de los hechos. En buena medida esa es la noticia y no el perrito maltratado o los videos de los maltratadores en acción. La lucha contra el maltrato animal se ha vuelto canónica y representa ahora una bandera en disputa. Los políticos ahora se retratan con sus mascotas y hasta las besan, como antes se besaba a niños pobres o indígenas.

La reacción de los ciudadanos contra el maltrato animal hay que verla también en el contexto de las ideologías en boga, muy emparentadas con el movimiento NewAge y muchas otras vertientes ideológicas y organizaciones y movimientos sociales muy exitosos (en el capitalismo), pero con claros comportamientos sectarios, es decir, de secta religiosa, pero no exclusivo de ellas. Las verdad les pertenece y para ellos sólo un taurino hereje y carnívoro cree que la noticia no es tan importante, parafraseando al clásico. Por eso hay que repetirlo: nadie está a favor del maltrato animal.

Lo preocupante de estas ideologías sectarias es justamente el tipo de reacciones que generan. Poseer la verdad absoluta les impide aceptar la diferencia, se vuelven intolerantes y siempre están procurando imponer su verdad y su forma de ser. La intolerancia y la falta de respeto sólo pueden conducir a la violencia contra las personas, las empresas, las organizaciones, la sociedad misma. El agredido se convierte en agresor y es bien sabido que la justicia en mano propia muchas veces es más injusta. Por eso estos movimientos no tienen nada de alternativo, al contrario, es el oscurantismo en pleno (Hannah Arendt dixit).

Mercenarios de la noticia y la política encuentran en estos temas un excelente caldo de cultivo para sus deseos e intereses, existe una población cautiva que será presa fácil de sus productos y mensajes, sólo hay que usar el maltrato animal como señuelo. Las ideologías sectarias se los garantiza.