La reversa también es cambio, decían algunos con relación al gobierno de Vicente Fox. Lo cierto es que la contrarrevolución mexicana había iniciado tres sexenios atrás con el gobierno de Miguel de la Madrid y ya más explícitamente con Carlos Salinas de Gortari con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

No obstante, los cambios legales no se dieron con profundidad, si bien hubo reformas importantes en varios órdenes, como los cambios al artículo 27 constitucional para privatizar el campo y acabar con las formas de propiedad ejidal y comunal, así como la desaparición y venta de buena parte de las empresas paraestatales e instituciones más identificadas con el Estado de Bienestar, los cambios legales más profundos se están dando hasta este sexenio.

Todas estas contrarreformas, llamadas así en el contexto histórico de la Revolución Mexicana, se están dando con profundidad y ciertamente mucho descaro en este sexenio. Al parecer la ?transición pactada? no le funcionó al régimen mexicano. El PAN no hizo lo que le correspondía en esa materia. Era su papel, como partido de la derecha, haber profundizado en las reformas neoliberales, pero no pudo o no quiso. Les falló la estrategia y ahora el PRI hace las veces de uróboros (la serpiente que se devora a sí misma).

De hecho, la ingenuidad y la poca memoria histórica de muchos mexicanos le dieron el beneficio de la duda al gobierno de Vicente Fox, incluidos algunos personajes prominentes de la izquierda, que consideraron que era la oportunidad de ?sacar al PRI de Los Pinos?. Creyeron que con Fox se podría atacar y darle fin al régimen del partido único, cosa que ya estaba sucediendo en los niveles locales, y que se iniciarían pasos importantes hacia la transición democrática.

Más aún, creyeron que se iniciaría una lucha importante contra el corporativismo sindical que tanto daño le había hecho al país. Ahora sabemos que el propio SNTE y su poderosa maquinaria electoral a cargo de la maestra Elba Esther Gordillo habían operado a favor de Vicente Fox, asegurándole una victoria holgada que ya se veía venir cuando las encuestas no eran tan amañadas.

Lo cierto es que los logros de la Revolución Mexicana no sólo están o estuvieron en el papel, en la Constitución Política mexicana y muchas de sus leyes reglamentarias. Los logros de la revolución van mucho más allá del Estado de Derecho, se consolidó como ideología en buena parte de las organizaciones, pueblos y comunidades de nuestro país que ahora luchan en su defensa a pesar de los cambios legislativos. Sin embargo, el Estado bien sabe que puede hacer uso de la violencia legítima si la ley lo respalda, de ahí la importancia de dichos cambios legales.

Y vaya que le va hacer falta el uso de la violencia para llevar a cabo la imposición de la política económica neoliberal. Lo estamos viendo cada vez con mayor fuerza y frecuencia tanto en el campo como en la ciudad. El uso de la fuerza pública y la violencia puede explicarse en buena medida por estas razones. Imponer esta política económica no será miel sobre hojuelas para el gobierno mexicano.

Por eso podemos afirmar que a pesar de las mal llamadas reformas estructurales, que en el contexto de la Revolución Mexicana serían claramente contrarreformas y propiamente una contrarrevolución, el país no se está moviendo como propone y piensa el gobierno en turno, más bien se encuentra pasmado.

La venta del país no está fluyendo como se pensaba, está más que atorado y todo ello se refleja en los datos de crecimiento económico y la concreción de dichas reformas más allá de ponerlas en el papel. Nuestros gobernantes y sus clientes están cada vez más desesperados, el peligro que ello conlleva, con todas sus consecuencias, están a la vista.