El transporte de combustión interna y para desplazamientos diarios será prescindible porque la ciudad del futuro tiene que ser re-apropiada por y para la especie humana, y no exclusivamente para el automóvil. Las medidas urbanas que dan prioridad al automóvil tienen que ser revisadas, además de anacrónicas son causa enorme de destrucción y alteración del medio ambiente natural y pone en riesgo la vida del hombre.

Nuestra ciudad ideal no es precisamente funcional al modelo político, social y económico. Soy más optimista y pienso entonces, que la ciudad del futuro inmediato nos debe hacer prescindir del transporte, de los viajes diarios. Que una planeación urbana a escala humana tiene que contemplar las capacidades y necesidades fisiológicas de locomoción y desarrollo biológico y reproductivo en general de la especie que habita las ciudades, dicho sea sin sarcasmo. Una ciudad cuya orientación en todo caso nos permita prescindir de esa aberración humana que es el automóvil, del uso y abuso que hoy le damos a este producto, artículo o mercancía, un bien de lujo en una definición social.

Una ciudad ideal debe contemplar las zonas de vivienda cerca de la escuela, el mercado, las fábricas, los centros de trabajo, con objeto de permitir a cada quien una de las actividades humanas más cotidianas y más sanas: caminar. Es una utopía que eventualmente puede lograrse, pero pensar así para ubicarse en la ciudad puede ser mejor que entregarla para que sea devorada por los automóviles. El auto particular es sin duda uno de los productos más emblemáticos del sistema económico y de los valores sociales dominantes, pero es, sin duda, uno de los mayores causantes de destrucción del hombre y su entorno.

El hombre común todavía no repara en las nefastas consecuencias del automóvil. Aparte de los atentados cotidianos que en aras del automóvil se cometen contra el patrimonio cultural (histórico y monumental), natural o ecológico, por la construcción de vialidades y espacios para los automóviles, hay que recordar que éste sigue representando una de las principales causas de la contaminación en la ciudad (se estima que más del 80 % del CO2 en el DF y área metropolitana lo generan los vehículos automotores de combustión interna), causante en gran parte a su vez del denominado cambio climático, pero también de múltiples enfermedades y muertes. De hecho, los accidentes de tránsito se encuentran ya entre las principales causas de mortalidad a nivel nacional, es decir, no sólo en las ciudades. Vale decirlo, la mortalidad por estas causas se da de manera muy pronunciada entre jóvenes y adolescentes, amén de otras crudas realidades que viven o más bien sufren los habitantes de los grandes, medianas y pequeñas ciudades.

La ciudad y la arquitectura moderna están siendo condicionadas en extremo en su diseño y funcionamiento por el automóvil. Tiempo y espacio en función de uno de los más grandes fetiches de la humanidad. No es posible seguir permaneciendo indiferentes ante este peligroso depredador.