La contienda por la gubernatura está llegando a su clímax en Quintana Roo, donde a solo 10 días de que finalicen las campañas la moneda está aún en el aire y todo puede pasar. Con la parejura de fuerzas, no es extraño que el priista Mauricio Góngora Escalante y el ex priista Carlos Joaquín González estén enfrascados en una guerra tratando de tomar ventaja en la recta final.

Las elecciones están lejos de ser una ciencia exacta, y con las toneladas de información y desinformación que fluyen como río a través de las redes sociales hacer un pronóstico con alto grado de precisión sobre quién resultará triunfador es sumamente complicado.

Sin embargo hay ciertos elementos que se pueden desmenuzar para tener una idea general de las ventajas y desventajas de cada uno de los candidatos, permitiendo conocer cómo llegarán a la jornada electoral del 5 de junio.

De antemano, hay que descartar a tres candidatos: José Luis Pech (Morena), Alejandro Alvarado Muro (PT) y Rogelio Márquez Valdivia (PES) que tienen cero posibilidad de ganar la gubernatura.

Claro que es un poco injusto meter al Dr. Pech en la misma canasta que los candidatos de la “chiquillada”, porque seguramente tendrá un papel mucho más honroso en las urnas, pero a pesar de su positivismo verbal y de su discurso triunfalista, lo cierto es que no está ni siquiera cerca de meterse en la pelea, y no se necesita una encuesta para afirmarlo.

Pech Várguez no es un mal candidato, pero los conflictos internos de Morena, su pasado priista y la metralla recibida le impidieron crecer lo suficiente, y con los pocos días que restan antes de las elecciones su posición como lejano tercer lugar no cambiará.

Los dos punteros, en cambio, saben que cada paso que den en los próximos once días podría ser decisivo en sus aspiraciones.

Mauricio Góngora Escalante es el rival a vencer, no solo porque el Tricolor lleva una racha invicta de siete triunfos al hilo en elecciones a la gubernatura, sino porque es un cuadro muy competitivo, con carisma natural y que además ha realizado una campaña tan inteligente como agresiva.

Su principal desventaja es de origen, pues a nivel local el priismo está muy desacreditado entre la ciudadanía y Mauricio Góngora tiene que remar contra corriente para convencer que él se saldrá del molde en caso de llegar a la gubernatura.

Para conseguirlo, Góngora ha presentado propuestas innovadoras que atrajeron los reflectores hasta de sus contrarios, que en reacción recurrieron a la simple descalificación.

Las propuestas de Mauricio se lanzaron en el momento exacto -a mitad de la campaña, cuando el ánimo empieza a decaer- y causaron el impacto deseado, abonando puntos a su causa.

Todo ello ha provocado que el candidato de la coalición comandada por el PRI encabece la mayoría de las encuestas realizadas hasta el momento, herramientas estadísticas que si bien no son absolutas, tampoco pueden ser soslayadas.

Compitiendo de poder a poder hasta los últimos momentos se encuentra Carlos Joaquín González, candidato del PAN-PRD, aunque su corazón es más priista que el de varios.

Carlos Joaquín está en la pelea y tiene posibilidades de triunfo. Quien lo niegue es porque no quiere ver la realidad, sin embargo tampoco es real el exacerbado optimismo de sus seguidores que vaticinan un nocaut en el primer round.

De hecho Carlos es el que está en desventaja, porque las elecciones cerradas tienden a definirse en el día “D”, donde las estructuras de cada partido son las que pueden marcar la diferencia. Y en cuestión de estructura, el PRI supera con holgura a la alianza opositora.

Su campaña ha sido moderada, no tan contundente como se esperaría de un opositor de peso, cediendo la iniciativa a Góngora Escalante que siempre ha ido un paso adelante en cuestión de estrategia.

Quedan diez días por delante. Es ahora cuando toda la carne se debe poner en el asador, y los electores esperamos con ansia el cierre, que puede ser de fotografía.