El debate más reciente que las autoridades electorales organizaron y que llamó la atención de muchos ciudadanos del todo el país, es el que se llevó a cabo entre los candidatos que aspiran al cargo de gobernador del Estado de México.

Es indudable que esta discusión llamó la atención porque el estado que rodea como diadema a ciudad de México es de los primeros en importancia desde el punto de vista industrial, financiero y hasta político, lugar que ya se disputa con la capital del país.

Pero todo indica que la contienda por el dominio nacional de la política y los dividendos que conlleva, quedó dirimida al hacerse del poder ejecutivo federal uno de los miembros del supuesto grupo Atlacomulco, que muchos políticos de la vieja guardia del PRI han dicho que su existencia es una de la tantas leyendas que salen del imaginario colectivo, sólo que el ejercicio de la presidencia de la república por Enrique Peña Nieto, ha proyectado a la cúpula de ese estado al liderazgo político del país.

Una de las tantas prerrogativas que ejerce a ultranza un miembro del PRI al ser titular del Poder Ejecutivo Federal, es la de escoger a los candidatos al cargo de gobernador. Sin duda que el jefe de las instituciones nacionales piensa, analiza, consulta, medita y revisa encuestas para después tomar la decisión que le permita a su partido el triunfo.

La decisión de la candidatura favor de Alfredo del Mazo Maza, primo en octavo grado del presidente  Enrique Peña Nieto, según lo ha dicho el mismo Alfredo, es un fallo que provocó críticas hacia fuera y a los lados del PRI, pero satisfacción a los seguidores del supuesto grupo Atlacomulco. Ellos saben que se están jugando todo su resto a lo que se ha llamado la  elección de elecciones en este sexenio.

Del Mazo proviene de una generación de políticos de excelente nivel económico, que estudiaron en buenas escuelas, que se han alimentado bien, viajado y convivido con  los grandes personajes de la política mexicana. Esto les permitió, al abuelo y a su padre, haber sido gobernadores del Estado de México y Secretarios de Despacho del gobierno federal, misma posición que les posibilitó ser considerados para ocupar el cargo de presidente de la república, aunque ninguno de los dos lo logró. No sería raro que desde esa posición, el mismo Alfredo pudiera aspirar al mismo sueño de sus antecesores, claro, si es que gana.

En el debate no le fue ni mal ni bien a Alfredo, pero a los demás les fue igual. El coloquio aburrió porque fue poco consistente, lleno de acusaciones sin comprobar, lugares comunes, fotografías que poco impactan y carente de propuestas serias y realizables. El formato ya dio de sí y le urge al INE hacer un propuesta distinta, dinámica, lúdica, atractiva y que incite a no cambiarle al canal.

Es una realidad que muchos esperábamos ver a un candidato del PRI más hecho, seguro  y con ofertas sobre seguridad que convencieran, sugerencias concretas para crear mejores empleos y sobre todo, fomentar espacios para la expresión de las inquietudes ciudadanas para darle rumbo al gobierno. Eso se esperaba porque proviene de una familia formada en el ámbito del sector público desde hace mucho.

Sólo que los demás candidatos también decepcionaron y todos, incluido Alfredo, contribuyeron a que fuera un triste debate.