López Obrador ha ocupado el vacío que tiene el actual Poder Ejecutivo que aún tiene Enrique Peña Nieto. Desde la pasada elección en julio, López Obrador se ha posicionado como la figura política más importante de México. El presidente electo suple al presidente vigente. Peña Nieto dejó de existir políticamente desde el pasado mes de julio, su carrera política está moribunda al igual que su partido político. Pero este protagonismo permite que surjan cuestionamientos al gobierno que está por entrar en diciembre.

Hasta cierto punto, es normal y válido que la figura política más mediática de los últimos 20 años supla al diminuto Peña Nieto. Desde luego si esa figura mediática es presidente electo, y desde luego si Peña Nieto ha sido el emblema más profuso de la corrupción, opacidad e ignorancia que haya tenido un presidente mexicano en su historia.

López Obrador ha sabido ocupar ese vacío que tiene el gobierno peñista, aún a meses de tomar posesión. En parte se entiende que asuma esta postura el tabasqueño. Tomar la batuta le permite evitar un posible desgaste, seguir en la escena y cerrar acuerdos importantes antes de que se le apoye y cuestione de verdad.

Los rivales de Morena y López Obrador siguen confundidos, no se han dado cuenta que ya terminaron las campañas, por lo tanto, el semblante del presidente electo debe ser otro. El tabasqueño tiene una postura de cierta responsabilidad ante la cantidad de promesas que hizo. Pero también la realidad lo está alcanzado ―tal como lo dijo Osorio Chong, hoy el tabasqueño tiene que aterrizar sus discursos de campaña en toma de i.

Si bien los Diputados y Senadores electos en julio ya están en funciones, hay que entender que es un poder distinto al Ejecutivo que encabezará López Obrador. La agenda de Morena debería ser la misma en los distintos niveles de gobierno, pero hay que esperar a que entre en funciones el presidente electo y entonces ver si se cumplen o no sus múltiples promesas. Hoy los temas que atrae el Congreso son la austeridad, las negociaciones por tener el control absoluto y otros relacionados a las Reformas peñistas, entre ellas le Reforma Educativa.

López Obrador está dejando algunas promesas de campaña atrás, pero hay algunas otras que no. La llamada “Cuarta Transformación” es una de esas promesas que al parecer siguen vigentes. Los medios de comunicación y contrincantes políticos cuestionan la “Cuartas Transformación” que alardeó Morena en campaña. Considero que esa Cuarta Transformación no existe, al menos por el momento. En diversos espacios, Leo Zuckermann ha señalado que la Cuarta Transformación debería ser del calado de la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. Las transformaciones que señala Zuckermann han estado acompañadas de grandes cambios constitucionales, las cuales aparentemente no habrá en el sexenio pejista.

Un cambio contundente como ejemplo, sería mover la Reforma Energética. López Obrador y Morena no se han pronunciado claramente en el tema de la Reforma Energética. Si habrá Cuarta Transformación, debería tener sacudidas al menos como el ejemplo en el tema energético. Dudo mucho que seis años basten para decir que hubo una transformación. Si bien se logró derrocar al PRIAN, hoy tenemos políticos reciclados y emanados de dichos partidos, tanto en el Congreso como en el futuro gabinete.

Una Cuarta Trasformación luciría incolora. La supuesta amnistía comienza a aparecer aún sin tomar posesión López Obrador. Ejemplos como Elba Esther Gordillo, posiblemente Rosario Robles y tal vez el mismo Peña Nieto, darían pie a muchos cuestionamientos válidos y contrastantes con una supuesta Cuarta Transformación. No hay Cuarta Transformación ―al menos hasta ahora―, no hay rasgos de esta en un futuro inmediato.

Morena y López Obrador tal vez tendrán que dejar atrás la campaña política de la Cuarta Trasformación. Esos temas suenan al discurso del político tradicional, al político emanado del sistema que tanto se critica.  Hoy una hipotética Cuarta Transformación se vería inverosímil, sin ciudadanos comunes, académicos y demás sectores que participen en la misma.  Una cuarta Transformación sería cuestionada con personajes como Sergio Mayer, Cuauhtémoc Blanco y demás figuras de la farándula, que muestran poco conocimiento y poca capacidad de las necesidades del país.

La Cuarta Transformación no existe y aparentemente no existirá, solo estaremos en una transición partidista y de cúpulas. Poner a trabajar a los políticos no es transformación, debería ser algo normal. Hacer que los sistemas políticos y económicos funcionen, tampoco es transformación, debería ser algo básico.

Morena y López Obrador tienen el “carro completo” para hacer una Cuarta Transformación de verdad, pero si van a seguir en campaña para posicionarse, suena a que posiblemente nos estén vendiendo un producto inflado que pretenderá tapar las deficiencias que puedan surgir el siguiente sexenio. Ojalá no sea el caso. Si Morena quiere transformar al país, deberá transformar su esencia emanada de los partidos de siempre. Morena deberá dejar de querer vender productos políticos y pasar de la campaña a la realidad.

Twitter: @canehu