Forma:

El presidente Enrique Peña Nieto, al rendir su mensaje a la Nación en el patio del Palacio Nacional, recordó el reto que tenía sobre la transformación de México:

“Hoy rindo cuentas a la sociedad mexicana y es inevitable no recordar aquel 1 de diciembre de 2012, cuando tome la Presidencia de la República, debo reconocer que era urgente emprender un cambio seguro con rumbo y dirección, era momento de mover a México”.

Sin duda destacó el histórico Pacto por México,  instrumento político sin el cual no  hubiera sido posible alcanzar los acuerdos esenciales, para lograr las aprobaciones de las reformas estructurales.

Hay que reconocerlo, fue un proceso complejo y de amplio espectro, materializado por medio de 58 modificaciones a la Constitución así como de 21 ordenamientos jurídicos.

En base a este logro, el presidente manifiesta que lo que sigue es:

"Poner las reformas en acción, lograr que los cambios a la Constitución se reflejen en los mexicanos, los cimientos están puestos, con ello vamos a construir un nuevo México, un México en paz, un México próspero y con liderazgo global”.

Inclusive y a pesar de sus manifiestas resistencias a algunas de las reformas, el sector privado, por medio de sus principales representantes y voceros, ha manifestado lo siguiente:

Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del Consejo Coordinador Empresarial,  declaró: “Estamos convencidos  de que con todo este paquete de reformas, México va poder generar y lograr un cambio sustancial en la vida económica y social”.

Juan Pablo Castañon, presidente de la Coparmex, dijo: “Hasta hoy, lo que tenemos es una plataforma para el desarrollo…”.

Francisco Funtanet, presidente de Concamin, expresó: “Se están sentando las bases para tener un México más competitivo”.  

En el mismo sentido, la exsecretaria de Estado de Estados Unidos HIllary Clinton, en su reciente visita a México, manifestó que:

“México tiene uno de los futuros más grandes y brillantes de cualquier país del mundo, pues he visto en los últimos años un cambio real en esta nación, con una economía que comienza a ser más prospera”.

También el  secretario general de la OCDE respaldó todo este proceso reformista al decir que “con las reformas estructurales, México aumentaría al año un punto porcentual adicional del PIB durante la próxima década”.

En este contexto, el Dr. Luis Videgaray dijo en su comparecencia del 12 de septiembre en la H. Cámara de Diputados que “vamos a buen ritmo … que con las reformas estructurales el país crecerá de manera acelerada y  sostenible”.

Respecto al presupuesto de egresos para 2015, el cual alcanza una cifra histórica de 4.6 billones de pesos, el Dr. Videgaray manifestó que “contribuirá al crecimiento del PIB y el bienestar de las familias” y que el paquete económico (ingreso, gasto y deuda) “contiene los elementos para lograr la efectiva y fácil implementación de las reformas estructurales aprobadas”. 

Estos logros han sido reiteradamente reconocidos por propios y extraños.

Ahora dejemos la forma y veamos más allá de estas narrativas que acompañan a las reformas. 

Fondo:

El crecimiento esperado del PIB para 2014, de acuerdo a los Criterios Generales de Política Económica, es de solo 2.7%, y para 2015 se espera de 3.7%.

Especialistas consultados por el Banco de México, mantuvieron su pronóstico de crecimiento económico del país para 2015 en 3.85%.

En su sondeo, aplicado entre 35 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional  y extranjero, del mes de agosto pasado, el Banco de México destaca que fue preponderante la proporción de analistas que consideran que el clima de negocios mejorará en los próximos 6 meses.

Pero la realidad es lapidaria, el mercado interno no crece lo suficiente a pesar de un esfuerzo creciente del gasto público en inversión y de la flexibilización del déficit, el cual se colocará en 4.1% en 2014 y en 3.5%  en 2015.

Recordemos que el Dr. Videgaray instrumentó una política que amplía el déficit fiscal, vertebrando con esta medida de la política económica, un importantísimo cambio de paradigma, diseñado con un perfil teórico y político diferente, con una nueva visión que asume que el mercado para estructurarse y fortalecerse, requiere de la mano visible del Estado, asume abiertamente que la economía necesita el importante impulso del gasto público.

Se trata, nada menos que de rehabilitar y fortalecer algunas de las facultades económicas del Estado que se habían olvidado en las cuatro administraciones anteriores.

El crecimiento económico en la administración del presidente Peña Nieto sigue siendo mediocre y se sigue reproduciendo lo que ha sucedido en los últimos 33 años.

El déficit y el uso que de él se hace, en la administración actual, no ha dado los resultados esperados.

Los analistas del Banxico siguen previendo un crecimiento económico del país para el cierre de este año de sólo 2.47%.

Hay que tener mucho cuidado ya que el crecimiento del déficit es ya superior al crecimiento de la economía.

El Banco de México reconoció que la inseguridad alcanzó su peor nivel durante los últimos tres años y que a esto se suman la debilidad del mercado interno, la política fiscal instrumentada, la debilidad del mercado externo y la economía mundial.

El déficit se flexibilizó con el argumento de detonar crecimiento de la economía por la vía de un mayor gasto público, pero el asunto no camina, necesitamos llegar a niveles de crecimiento del PIB de 4 o 5 por ciento anual, de lo contrario no se puede seguir justificando su ampliación.

En perspectiva histórica la capacidad financiera del Estado Mexicano para atender las necesidades prioritarias de la economía y de la población ha venido reduciéndose, lo cual se refleja en un nivel relativamente bajo del gasto que realiza el gobierno.

En México el gasto público total (4.4 para 2014 y 4.6 billones de pesos para 2015), a pesar de que es históricamente alto, sigue siendo insuficiente, ya que si lo comparamos con el tamaño de la economía sólo representa alrededor de 30 por ciento, cantidad cincuenta por ciento menor al promedio para los países de América Latina y 60 por ciento menor al promedio de la OCDE.

Esto se ha traducido en un gasto insuficiente para cubrir las necesidades de la población en áreas estratégicas, como seguridad social, salud, inversión en infraestructura, investigación y desarrollo, y seguridad pública.

La limitada capacidad de gasto del gobierno es consecuencia del nivel reducido de los ingresos públicos en el país. Mientras los ingresos tributarios en México durante los últimos años han sido del orden de 10 por ciento del PIB, los países de América Latina y de la OCDE cuentan con ingresos tributarios de 15.5 y 23.1 por ciento del PIB en promedio, respectivamente. La complejidad en el pago de impuestos resulta particularmente onerosa para las empresas más pequeñas, y es en parte por ello que las empresas de menor tamaño son más propensas a ser informales. Hasta antes de la Reforma Hacendaria en nuestro país no existía un régimen tributario para incorporar a las pequeñas y medianas empresas a la formalidad.

El sistema fiscal mexicano ha tenido un impacto limitado en promover una distribución del ingreso más justa. No es casual el debate generado en torno a los salarios mínimos.

En México, la desigualdad en la distribución del ingreso es sumamente elevada. El índice de Gini, con un valor de 0.47, es 38 por ciento mayor al promedio de los países miembros de la OCDE, indicando un grado de desigualdad mayor.

Si se revisa la información del INEGI, en México 6 de cada 10 trabajadores son informales y la productividad laboral en el sector informal es 45 por ciento más baja que en el sector formal.

Las encuestas (Ulises Beltrán y Parametría) indican que la gente percibe a Peña Nieto alejado de la gente: cuando él llega al poder su nivel de aceptación era de 53%, ahora es de 47.

Su baja en popularidad y la lejanía que percibe la gente, está en función del impacto que ha tenido su administración en los bolsillos de los mexicanos.

La prospectiva de las reformas está sumamente cuestionada y se le ve con desconfianza, sobre todo porque la campaña de los beneficios manifiestos, que el presidente y los miembros de su gabinete anunciaron, se adelantó n demasiado a los hechos y se está  alejando de la realidad.

Los resultados de las reformas tardarán mucho tiempo en mostrarse y verificarse en la vida cotidiana de los mexicanos, sobre todo de los que tienen ingresos bajos y fijos.

Adicionalmente hay un creciente proceso de centralización de las decisiones, observando el perfil del ejercicio presupuestal, el centro del país es quién gana en la distribución del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2015.

Los resultados económicos en términos de crecimiento, empleo, ingreso, consumo, confianza del consumidor, productividad, transparencia, rendición de cuentas, mecanismos institucionales anticorrupción, estado de derecho, seguridad, siguen siendo  sumamente cuestionados.

Necesitamos urgentemente un acuerdo político, con un nuevo perfil, con una nueva intensión y que tenga resultados pronto. 

Necesitamos un nuevo pacto social, económico, productivo y distributivo, para detonar crecimiento, que este acompañado de medidas urgentes que posibiliten resultados en términos de empleo, ingreso y  consumo.

Incrementar el empleo y el ingreso nunca será consecuencia de decisiones de mercado, estos objetivos son consecuencia de la suma de voluntades (pactos), y la coordinación decisiones políticas. Nunca será el resultado de decisiones y procesos de mercado. Lo mismo aplica para acelerar el crecimiento. 

Esto lo explique en mi artículo anterior: ver http://www.sdpnoticias.com/columnas/2014/08/26/urgente-acompanar-las-reformas-con-una-agenda-para-potenciar-el-crecimiento.

A la economía mexicana le urge crecer a niveles de 5 por ciento anual pero seguimos caminando por abajo del  3 por ciento  desde hace treinta años.

Hay que potenciar el paso en el combate a la corrupción, la inseguridad, la opacidad, la falta de transparencia y la rendición de cuentas. Hoy más que nunca urgen instituciones transparentes, imparciales y técnicamente robustas.  Ahora más que nunca,  por todos los procesos políticos, económicos y sociales que se han detonado y seguirán generándose como consecuencia de las reformas aprobadas.

La receta es transparencia y rendición de cuentas para  evitar conflictos de interés, sobre todo ahora que las reformas implican una mayor apertura económica y mayores incentivos a la inversión privada nacional y extranjera.

Recordemos algunos de los personajes ya metidos en conflictos y grandes escándalos públicos: Romero Deschamps, “purificación” Carpinteiro, Luis Manuel Enrique Tellez Kuenzler, Jesús Ramírez Stabros, Gastón Azcarraga Andrade, Humberto Moreira, Guillermo Padrés Elias, Andrés Granier, Arturo Montiel, Raúl Salinas de Gortari, Tomás Yarrington, Marcelo Ebrard, Mario Delgado, Enrique Horcasitas…, si seguimos sumando, no alcanzaría el Presupuesto de Egresos de la Federación. Recordemos también el recate a los banqueros Arrigunaga, el Fobaproa y el IPAB, el rescate carretero Farac, entre otros muchos “ejemplos” …

En México, vivimos y sufrimos como ciudadanos un costoso capitalismo de cuates, que rescata, hasta la fecha, ineficiencias y corrupción de la empresa privada con altísimos costos fiscales para la hacienda pública y crecientes costos de transacción derivados, entre otros, de los altos niveles de corrupción.

Adicionalmente vivimos y sufrimos las consecuencias de acuerdos  o pactos de impunidad que imposibilitan el castigo a funcionarios públicos corruptos.

Sin duda, el país está atrapado en el “crony capitalism..,” un capitalismo clientelista en donde  las instituciones no son robustas y al andamiaje institucional para compensarlo, está apenas naciendo,  le falta muchísimo para madurar.

Este tema lo aborde el uno de mis  artículos, ver  http://colosio.sdpnoticias.com/columna/2014/03/10/colosio-tenia-razon-seguimos-sin-lograr-un-gran-pacto-para-crecer-y-combatir-la-desigualdad

Los organismos reguladores son costosos y en su mayoría, están transitando el inicio de una larga curva de aprendizaje, no se diga los  derivados de la reforma energética y de telecomunicaciones.

Lleguemos más al fondo, necesitamos crecer.

El imperativo debe ser crecer y distribuir  y  el instrumento es un “Gran Pacto Social y Económico Distributivo”.

El Estado nunca debe limitarse, debe desplegar todos sus instrumentos de política económica: La estrategia, debe ser en adelante, incluyente  para todos los mexicanos, con el fin de elevar el ingreso y los niveles de bienestar para fortalecer al mercado interno.

Necesitamos un Estado fuerte y eficaz, mercados competitivos y con un andamiaje regulatorio poderoso.

El tiempo corre, urgen resultados.

Seguiré atento a lo que sigue…