El país está llegando a un clima de equilibrio donde algunos cambios constitucionales han permitido dar certeza a la gobernabilidad de Andrés Manuel López Obrador; ese fervor se ve materializado cada vez más en la aprobación que tiene el presidente. Pero de igual forma, hay un escenario inexorable de polarización de un sector que no ha podido establecer un punto de unidad por el bienestar de la Nación. Las andanadas y disparates, han ido destrozando y desequilibrando la confianza de la mayoría de mexicanos, que ya no precisan efusión en la oposición, porque su fuerza insuficiente como contrapeso, los ha llevado a proponer medidas radicales que manipulan el esquema institucional de los Estados.

Es cierto, el pasado sembró y arraigó un abanico de elementos antisociales como la corrupción, el nepotismo y el clientelismo que atormentaron por años a una sociedad que paulatinamente fue descubriendo una simulación de aquel legado podrido del PRI, pero también del PAN. Sin embargo, la transformación social y política, ha comenzado a tomar una dirección nítida, que ha encauzado las bases en la carente necesidad. La ausencia de gobierno en muchos Estados, constituye un alejamiento de los mandatarios, quienes ponen por enésima su interés particular, antes de atraer el bien común.

La propuesta que hizo un bloque de panistas para desaparecer los poderes en Veracruz, tuvieron un alcance también esencial a fin de ponderar otros Estados; la descripción se fundamentaba en la ingobernabilidad e incertidumbre que depende en gran medida de los resultados. Hay que recordar toda la cloaca que institucionalmente derrochó Javier Duarte, un perfil que en teoría, representaba la nueva piel del Priismo que “había aprendido de aquellos errores del pasado”, y estaban dispuestos a reivindicar el presente. Esa transición, evidentemente ha avanzado paulatinamente, porque se ha desterrado aquel ciclo de corrupción. (Un lastre que hemos cargado por años).

La comisión de gobernación que es encabezada por el Senador Cristóbal Arias Solís, ha tenido un papel primordial, que se ha ido afianzado con la secretaria de gobierno, Olga Sánchez Cordero; asimismo, una agenda integral con el presidente para fusionar un cambio positivo que derivan del itinerario estricto del repertorio de AMLO (Cuarta Transformación). Esto, ha dado apertura a que el bloque que constituyen en esta tarea, desechará las solicitudes para desaparecer los poderes en algunos territorios. ¡Es cierto!, las condiciones adversas que viven muchos Estados, tienen un punto de inflexión sustancial. Empero, la ruta democrática que está viviendo nuestro territorio, debe abrir margen a fin de que el proceso gradual que se ha venido gestando como parte del programa de la 4T, comience a rendir frutos. Ciertamente, hay carencia porque el país se fue degradando y alejando de un esquema democrático; la cultura política, pareciera que menospreció el desarrollo de la igualdad social; y matizó una evidencia grotesca de prácticas que deslegitimaban más a los mandatarios. (Pero el compromiso de López Obrador, ha tomado una dirección que ha cerrado las puertas aquellos elementos tóxicos que solo beneficiaban en la opulencia)

Estas características y elementos, no deben subyacer para que el país comience a polarizar, porque las condiciones son adversas en algunos lugares; al contrario, es momento que la relación se estructure de forma sustancial. ¡Qué importa si son del PRI, PAN o MC!; la postura va encaminada al bien colectivo y no a la irregularidad; sí, hay descontento claro por la concepción política, pero se debe aterrizar en propuestas que fortalezcan, no que dividan. ¡Creo que la coyuntura protagónica pasa a segundo plano! Los que queremos a México, estamos hartos de la desigualdad que expresa a veces un bloque que no ha entendido que el gobierno está bajo la gestión de Andrés Manuel López Obrador. ¡Él es el presidente! (No lo superan)

¡Hay que encontrar coincidencias, y no ataques!

Los poderes deben adquirir el compromiso, porque para ello fueron reconocidos como tal en un proceso democrático. No es momento de experimentar con fracturas al interior de los territorios de México; hay que dar cabida a la facultad que tiene cada territorio, siempre y cuando, se adquiera la responsabilidad social y moral. La construcción de un país es tarea de todos. La separación de mandos, sería el detonante principal a fin de dividir y generar una crisis cuyo efecto sería la expresión de un incumplimiento constitucional.

La comisión ha puesto en evidencia que no es momento de segmentar, sino de cerrar filas porque el país lo requiere. El fortalecimiento de las instituciones lleva tiempo a culminar un proyecto que sea capaz de superar adversidades. Hoy México no necesita mecanismos e instrumentos para fragmentar, las condiciones a priori, provocaron mucha desigualdad social, educativa, económica y cultural.

La comisión de gobernación que encabeza el senador Cristóbal Arias Solís actuó en una lógica democrática e institucional. México requiere de un sistema que pueda asumir los retos a fin de fortalecer cada una de las áreas de oportunidad. Dividiendo, sería una irresponsabilidad y una insatisfacción de una sociedad que lo menos que quiere: son más simulaciones. El camino para evitar eso, es que todos los ciudadanos contribuyamos con un compromiso y convicción responsable. Hay que tener en cuenta que el pasado de que simuló responsabilizarse del empeño democrático quedó al margen; el costo político fue demasiado alto, por eso incurren a conquistar a través del flujo de la polarización.

Quien critica las medidas, asumen una inexactitud que es provocada porque no hay compromiso político, pero también, hay una incapacidad que incurre por la incoherencia de gobernar. Los mexicanos no queremos una regresión autoritaria de aquel sistema con el que vivimos una devastación social. Hay que contrarrestar eso, ¡ya es tiempo!