“Tenía doce años cuando mi tía, Elvia Valencia, me enseñó una foto; podía  verse en ella, al que portaba un sombrero de ala ancha y un moño color negro grande; era esa una época, en la que solía usarse  esa vestimenta”. Tu tío está detenido lo acusa  su patrón de robo – dijo. Abraham Álvarez González, trabajaba en una panadería como repostero y panadero, los años que entregó de vida lo hacían acreedor a una buena liquidación, por parte de quien ahora le negaba ese derecho. “Mi  tío Abraham fue llevado a los separos de la delegación y ahí permanecería hasta ser llevado a la cárcel, desesperada por la injusta acusación mi tía Elvia, buscó ayuda durante un par de días y la encontró; preguntando le dijo una señora, quien tenía un caso parecido”. Hay un licenciado que ayuda a la gente le dicen: ”El Corbatón” –agregó mi tía.  José Menéndez Fernández el hombre del corbatón provenía de Asturias, España de donde salió para buscar la América, probó suerte en Cuba y llegó en barco a los 22 años a Veracruz, pronto su facilidad de palabra lo llevaría a participar en una compañía de teatro en la que arrancaba el aplauso del público espectador. En 1898 llega a la Ciudad de México, ahí conoció más de cerca la pobreza y donde la vida lo colocó en el camino de la defensa de diversas causas justas. Se cuenta que en un pleito que presenció en un restaurante de la calle donceles, fue detenido un conocido suyo por la gendarmería; la  gran elocuencia que este poseía logró la libertad del detenido, iniciando así un camino donde litigaría, haciendo uso de la oralidad sin tener el título que lo acreditara como licenciado en derecho.

“En ese tiempo estaba Lecumberri y ahí lo fueron a buscar, la acompañó la señora quien le presentó al licenciado y le contó su asunto, el cual tomó”. Era José Menéndez, conocido entre la gente como “El Corbatón” quien citó al patrón para intentar llegar a un arreglo. “¿Por qué acusa de robo al señor Abraham, dígame? ¿Qué le robo? ¿Puede acreditar lo robado? Lo está difamando,  mejor retire la acusación, según recuerdo esto fue lo que le dijo” . Cierto “El Corbatón” hacía uso de la oralidad, de la conciliación y pelaba por una causa justa como se cuenta: “Mire aquí yo veo que usted inventó esto para no pagarle -dijo el licenciado”. Tarda un poco para recordar si lo indemnizó o no, lo que sí recuerda mi abuelo es que en un tiempo corto “El corbatón” logró sacarlo.

La oralidad era una característica de este  tiempo; en los grandes jurados populares donde José Menéndez irrumpía para  hacer uso de la oralidad, exponía argumentos varios, apelaba a la pasión y a la razón, logrando la libertad de sus defendidos, se cuenta que llevó al año hasta 200 casos. El español que logró gran fama por esta habilidad fue acusado de ejercer la profesión sin título y el Presidente, Álvaro Obregón, intentó expulsarlo aplicándole el artículo 33 constitucional, hecho que no prosperó ante el reclamo generalizado, el Presidente Obregón desistió. No fue el único que le  hacía ver esta condición. Se dice que una vez este se encontraba caminando, cuando un joven egresado de la carrera en derecho lo increpó – adiós abogado sin título- a lo que haciendo uso de su habilidad oral respondió - adiós título sin abogado- y lo fulminó.

“El corbatón” que tenía una figura eminentemente carismática, lucía una larga capa negra,  una chalina del mismo color que usaba como moño; vestidura que era enmarcada por una piocha como las que se estilaban en el siglo 17 y 18 y un bastón que lo hacían ver enigmático, rasgo que se asentaba por su delgada, pero firme figura. Quizá este fue “El corbatón” que en su mejor época defendió a Abraham Álvarez; quien después de agradecer al licenciado le preguntó por sus honorarios y este solo le pidió una chalina. “Me dijo mi tía que fueron al centro a comprarla, en las calles de Palacio Nacional, donde habían casas de sastres y que se quedaron de ver en Lecumberri  para entregarla”.  Era un hombre con un  trato muy fino -agrega. Y después de llevarle lo prometido, no volvieron a verlo nunca.

La cultura universal que poseía “El Corbatón” lo llevó a realizar tertulias con Diego Rivera y otros tantos personajes de la época.  Tras 50 años de ejercer la abogacía el Presidente Miguel Alemán le otorgó el permiso para ejercer la carrera, sin ser abogado. Siempre prevaleció el ser, por el tener o parecer. Se cuenta que en pago recibía pollos, gallinas y en ocasiones dos o tres pesos, y que incluso ayudaba a sus defendidos dándoles para el pasaje una vez liberados. No cobraba nada a los que nada tenían, su gran habilidad oral y su vocación por la justicia le permitían entender que es primero ser y no tener o parecer, su sentido de justicia es imprescindible en estos tiempos, de reformas que prometen justicia pronta con los juicios orales y los medios alternativos de solución de conflictos; que esté practicaba a su modo, obteniendo los resultados que lo llevaron a la defensa de tantos que necesitaban su ayuda.

Ahora esta anécdota, no parece ser la misma, ha sido contada tantas veces que supe quien era “El Corbatón” desde que era niño; hoy  reviste un asentó más nostálgico, lento, impreciso pero vivo; el paso del tiempo la ha tornado distinta, el esfuerzo por contarla a tus 85 años, cuando tu respiración es agitada me hace pensar en el libro que José Menéndez escribió “El hombre no está hecho para vivir mucho tiempo”, autobiográfico se comenta; el cual prometo buscar para leerlo. Hay una frase que “El Corbatón” escribió y me entristece “El hombre pasa como las nubes, como las naves, como las sombras; así como la noche es la vida sin disfraz,  así la proximidad de la muerte a clara muchas cosas que antes estaban veladas”, José Menéndez Fernández, murió al lado de su familia; las muchas personas a las que ayudó, estuvieron ausentes en su velorio. Años más tarde un 20 de noviembre, el tío Abraham moría atropellado por un camión; sin testigos presenciales del hecho, no fue posible hacer justicia, tampoco estaba “El Corbatón” ahí para prestar ayuda a la familia desamparada; pero tú aún estás aquí para contar esta historia de cómo ayudó a la familia José Menéndez “El Corbatón” cuyo ejemplo puede darle sentido a la justicia, a la profesión misma y por su calidad moral debe ser llevado a las aulas, a los juzgados y a la vida diaria.

Un abrazo a mi abuelo Jaime Valencia.

En este próximo día del padre:

Que mis deseos de salud reviertan lo inexorable

del tiempo. Octubre de 2017

Para ti este próximo día del padre, en el que como hace dos años, abrazo tu ausencia. Junio 2019.