Los ciudadanos, militantes o simpatizantes de Morena y el lopezobradorismo o no, aún no dimensionan lo que está por suceder en México, el proyecto de López Obrador y la nueva camarilla o mafia en el poder camina a paso firme y veloz para convertirse en el PRI de los años 50s, 60s y 70s donde la oposición era casi inexistente y era aplastada por el enorme poder del partido-estado que utilizaba las urnas para maquillar sus prácticas antidemocráticas donde todo lo decidía el presidente, el gobernador o el alcalde. Eran ellos quienes otorgaban los triunfos a cuenta gotas a sus “adversarios”.

Morena todavía se encuentra en su institucionalización y mientras eso sucede, el control del partido debe ser manejado con puño de hierro debido a que hay estados como Sinaloa, Nuevo León y otros  donde existe una lucha encarnizada por el control del partido. Prácticamente existen al menos doce estados con esos problemas, problemas que se deben a que dejaron entrar a todo aquel que quisiera sin ningún filtro provocando que se crearan tribus perredistas, priístas, panistas y de otras organizaciones.

Andrés Manuel sabe perfectamente que tiene el reloj en contra, pues de no lograr el control del partido en esos estados, su proyecto y el de los potentados morenistas se verá afectado pudiendo fracasar cosa que no se puede permitir un hombre que lleva 18 años en campaña.

De conseguir la institucionalización y cohesión de Morena antes del 2021 seguramente las victorias serán aplastantes. La intención es ganar la mayor cantidad de espacios de aquí al 2024 para tener un poder capaz de hacer de las elecciones presidenciales un mero trámite para poner al sucesor de la presidencia que López Obrador quiera sin correr el riesgo de perder la elección. Algo parecido a lo que se vivió con el PRI en más de 70 años.

El objetivo es claro, ganar a toda costa y de ser necesario utilizar todo el poder del Estado, las gubernaturas en juego, así como las alcaldías y diputaciones locales y federales.

En 2021, de aparecer en las boletas el presidente con un referéndum, muy probablemente arrasará en la elección de diputados federales para continuar con el desmantelamiento de las instituciones que se han construido con tanto esfuerzo y que ha costado vidas de miles de personas. La misión pues, es acabar con la oposición, pulverizar los contrapesos y acelerar el proceso de instaurar el Socialismo del siglo XXI que como he dicho, ha fracasado en todos los países que se ha implementado salvo Bolivia, que aplicó un Socialismo confeccionado a la medida para funcionar en ese país sin echar por la borda la globalización y el capitalismo.

La internacional socialista y el Foro de Sao Paulo tienen todo su futuro en México ya que fue un rotundo fracaso en Argentina, Brasil, Uruguay, Ecuador, Perú y Venezuela. Cabe señalar que aparte de Morena, tanto el PRI como el PRD también son miembros de dichas organizaciones, aunque lo son solo de manera testimonial debido que el PRI es de centro derecha y el PRD ya no sabemos para dónde va a batear.

Es alarmante ver cómo Morena prioriza más la lealtad que la experiencia y la preparación de quienes se encargan de los distintos cargos. Tal es el caso de PEMEX, que es manejado por un Ingeniero Agrónomo o el simple hecho de ver personajes impresentables o que solo van a calentar la curul en los congresos locales y federales.

El peor defecto del presidente es que no sabe delegar, no confía en su equipo y por ende pretende controlar todo sin tener conocimiento alguno. Tal es el caso del NAIM en Texcoco, que por un simple berrinche y de un plumazo lo canceló provocando una gran crisis que en menos de quince años nos estallará en la cara. Ese aeropuerto será el elefante blanco de la administración de AMLO.

El Peje pretende dejar en 2024 un gobierno totalmente controlado y fusionado con su partido si las cosas continúan como van. Lamentablemente el mexicano al igual que todo latinoamericano viven soñando con el hombre que salvará a la patria, con poderes cuasi infinitos, una deidad que con su poder logrará transformar al país. Somos una sociedad que se niega a salir adelante por nuestros propios medios y capacidades, no tenemos confianza en nosotros mismos y nos negamos en luchar por lo que queremos.

El socialismo y la izquierda nacionalista, paternalista es enemigo de la globalización, es enemigo de la propiedad privada y es enemigo de la empresa. Odia al emprendedor, odia a quien aspira a más, a superarse a sí mismo. El socialismo detesta y desea aniquilar a todo aquel piense diferente. El socialismo rancio nacionalista odia y detesta todo esto debido a que su existencia depende de los pobres, de las políticas clientelares, paternalistas, corporativistas. Convierte a una gran cantidad de ciudadanos en parásitos que viven de las dádivas del gobierno que prefiere dar dinero de manera masiva en lugar de dedicar ese dinero a construir infraestructura, condiciones para que las empresas nazcan y se desarrollen con el objetivo de crear empleos bien pagados.

Pero no todo está perdido, al PRI se le empezó a derrotar y controlar gracias a que la ciudadanía empezó a votar por distintos partidos, a no entregar a un solo partido su voto, hablo del famoso voto diferenciado que se promovió desde los 70s y que permitió que se construyeran contrapesos capaces de evitar el control total de ayuntamientos, congresos locales, cámara de diputados y senadores y la presidencia.