Sobran defensores de Rosario Robles en los medios. Carlos Marín y su tocayo Carlos Puig, en Milenio; Sergio Sarmiento, en Reforma; Pablo Hiriart, en El Financiero. El etcétera es largo. Llama la atención que se atrevan a tanto.

Cualquier persona que haya seguido la carrera política de Rosario sabe que ella es culpable. Su estilo de vida ostentoso —imposible de pagar con sus salarios— la delata. Alguna vez le critiqué las perlas Tiffany que usaba. La noche que publiqué esa columna, hace ya muchos años, en un restaurante de la Ciudad de México, ella desde otra mesa me gritó: “¡¡¡Mis perlas no son Tiffany, sino mucho más caras!!!”. La acompañaba Ramón Sosamontes.

En la revista Proceso la exhibieron con una bolsa Louis Vuitton de muchos miles de pesos. Carlos Loret de Mola en 2017 difundió una foto de Robles comprando en la boutique más cara de México —tal vez, la más cara del mundo—, Hermès. El Heraldo de México acaba de publicar una nota sobre los zapatos de lujo de doña Rosario. Por lo demás, y es de lo que se le acusa ahora, participó en la estafa maestra.

¿Tiene defensa esta mujer? Desde luego que no. Ella, naturalmente, jamás actuó sola. Así que su situación jurídica podría complicar la vida de no pocas personas que tuvieron poder político en el pasado. Como Enrique Peña Nieto, pero también como Carlos Salinas, este último el jefe de jefes o capo di tutti capi.

Deberá tener cuidado Andrés Manuel. El presidente de México no ha encarcelado a Rosario —lo han hecho la fiscalía general y el poder judicial—, pero los capos de la mafia culpan ahora a AMLO de todas sus desgracias.

Un personaje menor, peón de los grandes mafiosos de la política, Fernando García Ramírez, afectado él mismo por el combate a la corrupción que ha emprendido la 4T, dijo recientemente en su columna publicada en el periódico El Financiero que, ante lo que él considera un fracaso del gobierno de Andrés Manuel, “una opción –nefasta, pero opción– es la fuerza”. ¿La opción de la fuerza? Carajo, no se miden.

Se ha hablado de la posibilidad de un golpe blando contra el presidente López Obrador. Ese ya sería un mal menor. El tabasqueño tendrá que tomar precauciones. No puede descartarse que la derecha, sobre todo sus sectores más corruptos, estén pensando en endurecer sus estrategias. El caso Rosario Robles demuestra que la lucha contra la corrupción va en serio, por lo tanto van a reaccionar de mala manera.