En un paréntesis al tema de los Derechos Humanos y la economía, el desplome de la cotización del peso frente al dólar está obligado a recuperar este espacio. El efecto en la percepción popular es demoledor: el país se desmorona.

Se podrá argumentar que la histórica relación peso – dólar no corresponde a la situación estructural de la economía mexicana porque la exportación de automotores, la principal fuente de generación de divisas del país, sigue firme y no ha menguado la inversión fija bruta que son los fierros y tornillos que sustentan a la producción nacional.

No obstante, no es fácil ver que para comprar un dólar es necesario destinar casi 20 pesos, equivalentes al 27 por ciento del salario mínimo prevaleciente en la Ciudad de México, y a partir de ahí las ilusiones se mueren porque son innegables los efectos en el poder de compra real de la población y el riesgo que el panorama que se nos presente sea extraordinariamente recesivo, con todas las implicaciones sociales que eso significa.

De cualquier modo, el peso aparenta el rostro demacrado de la nación. Por ejemplo, ayer nuestra moneda vivió momentos difíciles caracterizados por la lejana posibilidad de que intervenga el Banco de México y una baja demanda de los inversionistas.

Algunos atribuyen el desplome del peso al fortalecimiento en las encuestas del candidato presidencial republicano Donald Trump, como un hecho inminente y no probable, con lo que se dejan a un lado las deficiencias estructurales de la economía nacional, el rezago competitivo de nuestro país frene al resto del mundo y las limitaciones productivas de una mano de obra poco diversificada.

Lo cierto es que el peso ha caído en alrededor de 10 por ciento en el último mes y, aunque pueda sonar raro, no hay un gran apetito por las divisas; de ahí que exista un desbalance ente la oferta y la demanda que puede impulsar acciones especulativas abruptas y, sobre todo, muy profundas que coloquen a nuestra moneda en cotizaciones frente al dólar realmente insospechadas.

Además, el Banco de México, por su mandato constitucional, está más obligado a preservar el poder de compra de nuestra moneda que a respaldar acciones de efecto político, como las que nos había acostumbrado Videgaray.

El punto relevante es que este miércoles el Banco de la Reserva Federal Estadounidense (FED) haga algún anuncio sobre su política monetaria, aunque se espera que mantenga sin cambios su tasa de interés.

De ahí la aparente pasividad del Banco Central mexicano, aunque hay que esperar al fin de mes que es cuando podamos ver decisiones radicales como elevar la tasa de interés si continúa el deterioro de nuestro deteriorado peso.

@lusacevedop