Qué se puede pensar cuando se escucha la voz de Donald Trump decir que fue el presidente Peña Nieto quien llamó por teléfono para pedirle que “por favor no diera por terminado” al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) lo que aceptó, pero con la advertencia de que lo abandonará, si no consigue un buen acuerdo.

¿Por qué salió ahora con esto?

Resulta que el miércoles amenazó con que preparaba una Orden Ejecutiva mediante la cual Estados Unidos abandonaría el acuerdo comercial trilateral, no solo propició la depreciación del peso en una cifra cercana de 2 por ciento frente al dólar, sino que motivó que en la noche del mismo miércoles se llevara a cabo una reunión extraordinaria en Los Pinos para preparar alguna estrategia que terminó en la llamada de desesperación.

Por tal motivo, el temor de los mercados financieros durante ese día no fue gratuita porque apenas el 20 de abril el mandatario estadounidense firmó el Memorándum Relativo a la Investigación de conformidad con el artículo 232 (B) de la Ley de Expansión Comercial (https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2017/04/20/remarks-president-trump-signing-memorandum-regarding-investigation) en donde argumenta que el NAFTA, por sus siglas en inglés, es un desastre.

Así, el jueves, durante una sesión de fotografías en la Oficina Oval con el presidente Mauricio Macri de Argentina, Trump se regodeó con la súplica del gobierno mexicano y echó por tierra los esfuerzos del “aprendiz” Videgaray para intentar sembrar entre la opinión pública de nuestro país una postura “enérgica y determinante” sobre las consecuencias de una salida unilateral del TLCAN.

Por supuesto que la versión oficial mexicana “no prendió” ni generó la opinión ambicionada entre el público. Otra vez, falló la comunicación gubernamental.

Debido a sus consecuencias globales, las declaraciones de Trump a la prensa reunida en la Casa Blanca se centraron en el tema del Tratado: “Hace tres días había tomado la determinación de dar por terminado al TLCAN, pero (durante la noche anterior) me llamó el presidente de México y me pidió que por favor no lo abandonara. También me llamó el primer ministro de Canadá (Justin Trudeau) sobre el mismo asunto”.

Y remató con una advertencia: “como lo había señalado durante mi campana, vamos a renegociar al TLCAN, pero si no consigo un buen acuerdo para los trabajadores y para las empresas estadunidenses; nos saldremos del tratado”.

En su ronda mediática, Videgaray se desbordó en explicaciones y dijo que México ya tiene una estrategia muy clara para negociar “en el momento que se decida” los nuevos términos del acuerdo comercial firmado en 1994 con Estados Unidos y Canadá.

Sin embargo, la afirmación de que el presidente Peña le pidiera a Trump que “por favor” no abandonara el tratado, si bien despresurizó la relación peso-dólar también reforzó la percepción creciente de la debilidad de nuestro país en la relación con Estados Unidos, en donde prevalece la falta de respeto y el desdén.

Lo que queda en claro de esta historieta es que las mañas de Trump son más efectivas que los programas de negocios que desarrolla la universidad Harvard y que la estrategia del “petate del muerto” -y que entre los jugadores de póker se le conoce como “bluff”- es muy consistente. Sobre todo, cuando en nuestro país no se están abordando los temas sustanciales como la corrupción que se pretenden desviar con asuntos que, siendo relevantes como el del atún, requieren de protocolos y consensos para su formalización y trascendencia socioeconómica.

Así pues, el petate resultó que es de un muerto muy vivo.

@luacevedop