Historia mínima

El PRI, padre de partidos, en un determinado momento fue conjunto de ideologías, tal como hoy se observa en Morena. Algunos miembros de avanzada y otros retrógradas en su pensar. En estos casos, su fortaleza radicaba en la diversidad de miras y también en lo amplio de su pensamiento. Su debilidad, por ende, es la misma en ambos casos: la coherencia existe para tomar/tener el poder. Mientras así lo entiendan los miembros del partido/gobierno, podrá seguir adelante un proyecto por demás extraño en sus metas y formas. Pero una vez en el poder, lo que sucede es que ese grupo deja de ser hegemónico y empieza a dividirse. Los más recalcitrantes en sus ideales pueden quedarse en el partido o formar uno nuevo.

No se está discutiendo quiénes están en lo correcto, simplemente al entender que su agenda de propuestas e ideales no pasa, se conforman nuevas asociaciones. Así nació el PRD, PT, Nueva Alianza y Morena.

En el PRI, con la llegada de Salinas de Gortari, se abogó por una política que nos acercó a una globalización necesaria, pero se mantuvo un férreo control sobre las instituciones internas y lo peor, se perpetuó la corrupción como forma intrínseca de poder.

 

Algunos años después

Algunos años después, “el innombrable” desde Dublín o ya en México emprendió una inflexible treta para ser el “poder detrás del poder” y seguir manejando el PRI y si fuera posible, su “visión de México”. Por alguna incomprensible razón pensó que le habían escriturado el país y que él era el único que podría ¿salvarle?, ¿mandarle? a perpetuidad. Así, Salinas de Gortari continúo urdiendo en los bajos fondos de la política nacional (especialmente en los bajos fondos del PRI) para ganar voluntades, tener partidarios y exigir lealtades.

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La prisión preventiva en contra de Rosario Robles es un eslabón más de esta cadena

Como señala una de las autoras de esta columna en El Heraldo de México, Robles es tan solo uno de los “peces” que llevan a otros peces más gordos. La trama se desarrolla en una guerra por el poder del otrora partidazo y también en dos visiones de país. Una, donde Salinas de Gortari y Videgaray coinciden en mantener un espejismo de nación. Espejismo, sí, porque por un lado estamos progresando, pero la corrupción galopante y el pequeñísimo —por no decir nulo— empoderamiento de las instituciones del país (INE, INEE, IFETEL, etc.) dejaron una democracia maltrecha y una pobreza que se redujo 4% en los últimos 10 años contra un 16% menos en toda América Latina en el mismo lapso de tiempo.

La otra visión, emanada también del PRI, era disminuir la pobreza (algo sí lograron) y combatir la corrupción. Meade inhabilitando a más de 460 funcionarios en Sedesol cuando llegó como secretario.

 

Efectos de impacto

El encarcelamiento de Rosario Robles es sin duda alguna razonable bajo la carga de la prueba de un desfalco superior a los 5 mil millones de pesos. Ojo, la razón esgrimida (una licencia con diferente dirección), puede ser una razón jurídica muy enclenque para haberla encarcelado y ahí, tendrá que tener muchas pruebas el juez, para que el proceso no sea impugnado. Requiere hacer justicia. Especialmente en la parte de que devuelvan el dinero a las arcas nacionales.

Sin embargo, el daño patrimonial al país no queda en esa ingente cantidad de dinero. Se refleja en los miles de pobres que no lograron mejorar. No porque fueran malos los programas, simplemente porque no llegaban los recursos.

Se refleja en el desmantelamiento de programas valiosos (Oportunidades, comedores, guarderías, becas, etc.) que, al haber sido embarrados por la villanía de unos, hoy, otros prefieren desaparecerlos en lugar de limpiarlos. ¡Qué desgracia!

Se duplica en que dichos programas fortalecían el tejido social y ahora ni siquiera se tendrán esos puntos de apoyo.

Se muestra en que aquel grupo (Salinas, Videgaray, Rosario) insiste en arrastrar en su derrota (ganada a pulso) a los políticos que hicieron un buen papel en ese tiempo. Anhelan destruir a sus compañeros que fueron honestos (Meade) y asolar las ruinas del PRI.

 

Batalla campal

Este grupo no cesará de tratar de mantener su “¿poder?” y su agenda. No importando si en ello embarran personas, instituciones y siguen erosionando la confianza de la ciudadanía en cualquier político o programa.

Sea la justicia pronta y expedita en contra de quiénes no han cumplido con su deber público. Especialmente con quienes se escudan en “el poder detrás del poder” y mandan a sus peones a pelear en lugar de dar la cara.

Sea en el caso de Rosario; que no se diga que son jueces a modo (pariente de Padierna), ni que después digan que podía estar imputada en su casa en lugar de prisión preventiva (cierto). Requerimos justicia con certezas y que no se preste a que el procedimiento está viciado o a un “Ud. disculpe”. Porque la batalla por sacar a Rosario y que no salpique a su gente, será campal.

En el mismo sentido, que sea campal la batalla contra la corrupción. Venga de quien venga, sea castigada con la misma vara. Solo así, cualquier mafia (de aquel poder, de este poder), podrá desaparecer.