La guerra sucia se vale siempre y cuando sea dirigida al candidato de las fuerzas progresistas pero si se trata de dañar la imagen de Enrique Peña Nieto inmediatamente el IFE actúa para detenerla.

 

No se explica de otra manera que la Comisión de Quejas y Denuncias del Instituto Federal Electoral haya determinado retirar el espot del PAN que “sugiere” la corrupción de Humberto Moreira, ex presidente del PRI, al haber falsificado documentos para endeudar al estado de Coahuila cuando fue gobernador de esa entidad. El argumento es que no existe aún una decisión legal para inculparlo aunque la deuda sí existe y sin documentos que la justifiquen. En fin.

 

Tampoco existió una decisión legal para calificar a López Obrador de peligro para México y el IFE no retiró ningún espot en 2006, ni siquiera porque fueron pagados por particulares. Lo que sucede es que el IFE está supeditado a los poderes fácticos que quieren imponer nuevamente a un Presidente sin respetar la voluntad popular.

 

Ya adelantó Joaquín Coldwel, presidente del PRI, que López Obrador no respetará los resultados del 1º de julio y buscará un conflicto poselectoral.

 

¿El señor Coldwel tiene una bola de cristal o es clarividente?

 

Nada de eso, lo que en realidad sucede es que la aceptación de López Obrador entre la gente no es como los medios la señalan, al contrario, somos millones los que estamos a favor de un cambio verdadero en el país y ahora estamos más organizados para cuidar y defender nuestros votos.

 

A pesar de la inequidad que estamos viendo por parte del IFE y del bombardeo televisivo a favor del candidato del PRI, Andrés Manuel López Obrador no se muestra preocupado porque confía en la gente, y no en las instituciones que lejos de brindarnos certidumbre han hecho a un lado su obligación y su razón de ser.

 

Vamos bien, muy bien. Las señales de preocupación están en otro lado, justo donde necesitan el apoyo de cualquier medio, legal o no, para inflar al candidato de hule.

 

Las plazas y espacios públicos que llena López Obrador en cualquier entidad, municipio o pueblo del territorio nacional son un foco rojo encendido para quienes pretenden detener el cambio que le urge al país y a los mexicanos, el cambio que ya no puede aplazarse.