Como ciudadanos se nos hace muy fácil señalar los errores u omisiones del gobierno, sí, pero del gobierno que no tiene la etiqueta del color que nos guste o convenga.

Gobiernos azules y rojos van o vienen y en las campañas nos rasgamos las vestiduras defendiendo lo indefendible, inventamos toda clase de bondades y virtudes en los candidatos que apoyamos, los beatificamos prácticamente, los subimos a un pedestal que por sí solos están muy lejos por no decir que imposible de alcanzar. Al final de la contienda, si la suerte y el muy escaso electorado que cumple con su obligación favorece a nuestro candidato, entonces por ese periodo nos olvidamos de exigir que cumplan con lo prometido, mucho menos señalamos los errores u omisiones, obviamente nos convertimos en sordomudos cuando alguien nos hace alguna observación al respecto.

Pero ¿qué tal somos como ciudadanos instalados en la oposición?

Peor que carniceros, no tenemos empacho alguno en poner toda clase de calificativos para demostrar que el gobierno en turno es el peor por los siglos de los siglos, que son incapaces, no importa si llevan al frente un día, dos años o quince, la cosa es descalificar. Olvidamos nuestra posición ciudadana cuando somos oposición, dejamos de promover cualquier causa positiva, menos nos daremos a la tarea de sumarnos a un proyecto del color enemigo, lo peor es que la pasión nos hace ciegos, cuando en realidad los perjudicados o beneficiados somos todos, a la hora que se presenta una contingencia no nos hacemos la pregunta ¿Desde cuándo no se atiende tal o cuál situación? No, solo se nos ocurre culpar al actual gobierno.

Hemos creado gobernantes que se creen todopoderosos, intocables e inalcanzables, cuando en realidad están al servicio del pueblo, con el voto los contratamos por un período, nuestros impuestos pagan por su trabajo, su obligación es proveer al pueblo de estabilidad social, económica y política, de velar por nuestra seguridad y la de nuestras familias, de vigilar que todos los integrantes del gobierno hagan su tarea y la hagan bien. Los gobernantes no son dioses, tienen la obligación de atendernos, de mantener las puertas abiertas a la ciudadanía, de dar respuestas claras e inmediatas a nuestras demandas, de escucharnos. ¡Pero no! Tal parece que nos hacen un favor, olvidan que su única tarea es para con los ciudadanos, los escoltas, secretarias, filtro 1, filtro 2, filtro 3 y etc., no son más que parte de un aparatoso e innecesario comportamiento del Olimpo, su obligación se llama Querétaro y Querétaro somos todos.

Somos ciudadanos de chispazo, de trienio o sexenio, sin un verdadero compromiso por nuestra comunidad, actuamos a conveniencia, no somos solidarios, ni constantes, mucho menos perseverantes, ciudadanos con un dedo índice demasiado largo, pero con un compromiso en extremo corto. Mientras sigamos alimentando el monstruoso ego de los candidatos y el insaciable y voraz apetito de poder de los partidos políticos, como ciudadanos nos estamos aniquilando, continuamos viviendo la misma miserable vida que los gobernantes nos han querido dar y nosotros los seguimos solapando y permitiendo.

Laura Tamés V.

@LauraTames