Vi, escuché y observé el Informe Presidencial, desde el suave y cómodo vaivén de mi hamaca. Primer Informe al Congreso y Tercero para el Pueblo. Confieso que me emocioné y que es algo que no sentía desde aquel dramático Informe de José López Portillo donde anunció la nacionalización de la banca. No creo que dicha emoción me la cause el apellido López, más bien debe ser que en ambos casos percibo un mensaje de esperanza que lleve al Pueblo de México a un mejor nivel de vida. Destaco algunos puntos de los que observé:

El formato general de Informes anteriores, constaba de dos partes, una que relataba hechos y cifras y otra que se titulaba "Mensaje a la Nación". El Informe actual, en la práctica, se equipara en tiempo y forma al puro Mensaje a la Nación. Como quien dice, los dados iban cargados hacia un Informe Político. Fox fue el último que acudió a la Cámara de Diputados a exponer su Informe y López Obrador creo que perdió la oportunidad de que los Presidentes regresaran a informar al recinto Legislativo en vez de hacerlo cómodamente y ante los cuates en Palacio Nacional. Claro, aunque la Cámara es Honorable, algunos de sus miembros no lo son y torpedean la sesión faltando el respeto, no al Presidente, si no al Pueblo de México a quien se dirige y no a los intereses parciales de algunos Diputados y Senadores. En fin, el Presidente compensa este exabrupto democrático, entregando abierta y directamente su Informe, al Pueblo reunido ante el templete instalado en la explanada del Zócalo. No sé cuánto es valor, audacia o imprudencia caminar, absolutamente solo, de la mano de su esposa, más de 200 metros desde el Palacio hasta el templete. Si no lo cuida la Guardia Nacional, entonces será su Ángel de la "Guardia". Me cuida el Pueblo -asegura él-

En el discurso presidencial, observé también un hilo conductor que reitera un mensaje de paz, unidad, esperanza, de acabar con los privilegios y la corrupción y devolver el ambiente de seguridad del que la sociedad ha disfrutado en otras épocas no muy lejanas en todo el país, sin embargo, este mensaje es rechazado insistentemente por fuerzas opositoras que propician el choque, la división, la burla y la intolerancia, debido en parte a que sus privilegios son afectados de manera abierta y frontal. Creo que el Presidente peca de optimismo al asegurar que la oposición está moralmente derrotada. Pienso que no, porque aunque la suma de textos en contra que cuento en las redes sociales son una insignificancia comparada con los 30 millones de votos que obtuvo este gobierno, no se debe desestimar su capacidad de expansión. A veces solo hay un mosquito en la recámara, ¡pero cómo jode!

Por otra parte, observé el reiterado apego a Juárez cuando el Ejecutivo advirtió que se ha separado el poder político del poder económico. Si bien Juárez separó a la Iglesia del Estado, lo hizo llevando a mandato de Ley dicha separación y confiscando los bienes de la Iglesia que, dicho de paso, no era poca cosa. Hoy, en la práctica, no se separa ni se confisca nada, solo se advierte que el presupuesto público no será botín de políticos en contubernio con empresarios y esta es una medida correcta para la administración pública y beneficia sobre todo para el empresariado porque no tendrá, en su caso, que inflar los contratos para incluir "moches" destinados a los funcionarios públicos. Al pan, pan y al vino, vino.

Una observación más, ésta de fundamental importancia. Malos y buenos y no pocos sin mala intención, le han atizado al Ejecutivo porque desestima la falta de crecimiento a favor de un mejor desarrollo económico y que los parámetros de medición deben de ser otros. Y claro, da pie para una opinión unificada que se apoya más en la lógica que en la evidencia histórica que asegura que sin crecimiento no puede haber desarrollo. Bien, el caso es que año con año, crezca mucho o poco el Producto Interno Bruto (PIB) del país, si no es acompañado de políticas públicas adecuadas para lograr una distribución equitativa, que no igualitaria, entonces la riqueza generada seguirá concentrándose en pocas manos y la pobreza continuará en aumento. Tarde o temprano esto será malo para todos. Sin embargo, con poco o nulo crecimiento si puede haber desarrollo si se propician medidas que permitan a la mayoría de los ciudadanos recibir mayores ingresos. Supongamos que en el año 1 el PIB vale 100 y que el 80% de la población recibe el 20% del valor, pero que en el año 2, con cero % de crecimiento, es decir que el PIB sigue valiendo 100, ese 80% de ciudadanos recibe el 30% del valor. En este caso no hubo crecimiento pero sí desarrollo. Lo mejor de todo es que cuando la gente recibe más dinero, inmediatamente el empresario se beneficia porque al aumentar el consumo popular, vende más y recibe el estímulo necesario para aumentar su producción, tomar riesgo y emprender nuevos proyectos y, eso, apreciado lector, detona el crecimiento. Dicho esto, de manera sencilla pero no simplista, se puede puede deducir que el crecimiento en sí no implica desarrollo y que el desarrollo sí induce al crecimiento. Usted tiene la palabra.

 

Rendijas

  • El Informe marca el rumbo: honestidad social, ganancias razonables, mejor distribución de la riqueza, no seguir endeudando al país, prosperidad compartida, ¿hay algo malo?

  • El gobierno marca sus límites: austeridad republicana, acabar con la corrupción y la impunidad, cárcel al funcionario corrupto, cesar el gasto superfluo, ¿es malo esto?

  • El Presidente marca prioridad social: primero los pobres; por la Ley todo, por encima nadie; Ejército, Marina y GN para ayudar y defender, no para reprimir; respeto y solidaridad internacional, ¿dónde está lo malo?

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